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(1939-2395) 
 
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El destino de cada ser es la imagen que refleja el destino que este ser previamente le ha causado a su prójimo  2128. El Padre eterno todavía tenía algunos detalles del universo mesocósmico que ver con su hijo, antes de que pudieran seguir adelante y ver la revelación del universo microcósmico. Y la voz paterna continuó: «Ahora, hijo mío querido, te has familiarizado totalmente con el hecho de que todas las acciones oscuras llevan finalmente a la iniciación, debido a que las leyes eternas estimulan las energías de la naturaleza, de un modo que ésta se convierte en sí misma en un espejo del destino. Del mismo modo que a un ser le es posible ver una imagen física de sí mismo en un espejo ordinario, a un ser también le es posible, por medio de toda la influencia que recibe de la naturaleza, es decir, el entorno y los otros seres, ver una imagen mental de sí mismo. Al igual que el ser en una imagen ordinaria en el espejo puede, entre otras cosas, ver la pureza e impureza de su rostro, sus perfecciones e imperfecciones, también puede ir viendo, poco a poco, en el citado espejo mental la pureza e impureza de su alma, sus perfecciones e imperfecciones. Al igual que la imagen física del espejo se crea por un reflejo de la luz, la imagen anímica se crea por un reflejo de la ley de causa y efecto. Como el alma del ser es lo mismo que su subconciencia y la conciencia despierta, la voluntad y el modo de ser enraizados en ella, esta zona se convierte, de este modo, en el fundamento absoluto de su relación con su entorno, la naturaleza y los seres vivos. Que esta relación sea luminosa y feliz u oscura y llena de sufrimiento dependerá de cómo el ser dirija su voluntad y cómo sea su modo de ser ante estos fenómenos, la naturaleza, el entorno y los seres vivos. Esta voluntad y este modo de ser, con los que tú, mi querido hijo, hace tiempo ya te has familiarizado, pueden ser de un carácter tal que puede ser la causa de reacciones en su entorno, la naturaleza y los seres vivos que sean portadoras de muerte y estimuladoras de sufrimiento para el propio ser. Pero también puede ser de una naturaleza tal que lleve las reacciones del entorno a estimular una gran luz y bienestar para el propio ser. Y es aquí que el entorno o la propia vida se convierten en el espejo de su destino. Si su voluntad y su modo de ser son paz y amor, el ser llevará las reacciones del entorno o de la vida a constituir la misma paz y amor. Del mismo modo, las reacciones del entorno o de la vida se convertirán, naturalmente, en desdicha, sufrimiento y muerte para el ser en el mismo grado que su voluntad y modo de ser estimulen ese tipo de manifestaciones. Es, por consiguiente, en virtud de esta ley eterna de la justicia del universo que existen los siguientes conceptos: «Lo que un hombre siembre, eso recogerá», «Así, haced vosotros con los demás todo lo que deseáis que hagan ellos con vosotros. Porque ésta es la ley y los profetas.»
      De este modo, mi querido hijo, has sido iniciado aquí en cómo el destino de un ser es una imagen que refleja el modo de ser, los sufrimientos, el dolor y las preocupaciones o la alegría, la luz y el bienestar que de antemano ha creado en su entorno o en la vida o existencia de su prójimo. Y esta imagen retrospectiva de su modo de ser para con su entorno o su prójimo da lugar, poco a poco, a su repulsión hacia el presunto «mal» o todo lo que produce muerte y sufrimiento a otros seres vivos. A esta repulsión ya hace tiempo que la conoces como «amor». Y el amor también se muestra aquí, de este modo, como lo único que puede liberar al ser vivo de la oscuridad de la vida, de los terrenos sangrientos del sufrimiento a causa del cataclismo, y llevarlo, como ahora te ha llevado a ti, a la profusión luminosa de mi reino aquí, en las cimas de la vida o en el santo de los santos del templo de la vida.»


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