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(1939-2395) 
 
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Cuando el amor sólo puede producirse como un mal menor  2125. Dios habló más profundamente de la solución del misterio del amor: «Aquí, mi querido hijo, se te ha dado una visión totalmente perfecta de una zona mental en la que casi cada manifestación se muestra directamente como un «mal», ya que todas, en mayor o menor grado, contribuyen a causar destino oscuro. Hace el hombre una cosa, es un mal, y si hace otra también es un mal. Aquí lo más amoroso sólo puede ser la manifestación que causa el menor mal. Un magnífico ejemplo de una situación así lo ves en la manifestación del redentor del mundo Jesucristo. Para poder realizar la misión que le había confiado, tuvo que abandonar su organismo físico a la muerte y la destrucción, con lo cual creó muerte y cataclismo para sus microseres. Es cierto que esto fue un mal. Pero, ¿qué significó la destrucción de este único organismo frente a las miríadas de organismos, tanto de hombres como de animales, que él, con el antedicho acortamiento de la época de oscuridad de los hombres, salvó del sufrimiento y la destrucción? Sabes que tener que entregar su organismo a una muerte no natural, que para sus microseres iba a ser nada menos que una catástrofe universal con una muerte y destrucción dolorosa para todos, le costó a mi hijo amado, de alma pura, una gran lucha espiritual. Pero en el Jardín de Getsemaní le mostré que éste era el menor mal y, por consiguiente, lo más amoroso. Si no se entregaba él mismo y, con ello su organismo, su misión iba a fracasar. Él no sería para la humanidad el ejemplo de amor salvador del mundo, tal como era mi voluntad. Pero yo sabía que mi amado hijo era uno conmigo. Hizo de mi voluntad la suya. Tomó sobre sí la crucifixión y la muerte. Pero, sobre la oscura sepultura de sus sufrimientos, su espíritu inmortal brillaba con mi luz eterna sobre el mundo. Y uno con esta luz podía exclamar: «Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque hubiese muerto, vivirá». Y, en los siglos pasados, millones de hombres han alabado el amor con sus cantos y, ya en varias vidas, han experimentado el paso, a través de la oscuridad, del trayecto acortado de su destino, el regalo con el que con su modo de ser ejemplar o vida llena de amor les ha obsequiado.


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