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(1939-2395) 
 
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El riesgo de enfermedad del ser iniciado  2120. Y el Padre eterno continuó explicando: «Lo único que puede hacer salir a estos seres de esta época de sufrimientos o muerte es únicamente el desarrollo del amor al prójimo. En esta época evolutiva, los hombres se vuelven en un determinado estadio tan intelectuales y humanos, que pueden ser guiados y se les puede dar la información y las experiencias sobre la ley de la vida y el modo de ser que pueden acortarles el camino hacia la luz. Pero, ¿quién les dará a estos seres esta guía e información? Sólo les puede ser dada de manera verdadera y efectiva por los seres que han alcanzado la iniciación, la conciencia cósmica o la más alta sabiduría de la vida por propia experiencia. Pero estos seres no pertenecen a la zona de existencia del principio mortífero. Pero como consecuencia de que, precisamente, han evolucionado hasta el estándar de amor en que uno da la vida por otros, estos seres no retroceden en abandonar su alta zona de existencia para nacer en la esfera del principio mortífero o reino animal, para guiar y ayudar con su modo de ser y su sabiduría a los seres que existen aquí, que buscan una forma de existencia superior. Es evidente que este sumergirse en las zonas más bajas es voluntario y sólo sostenido por el amor, que desea ayudar a salir de la oscuridad a los seres que buscan y llevarlos a las regiones más elevadas y soleadas de la vida. Que este sumergirse en una zona más baja condiciona que los seres en cuestión, hasta un cierto grado, pasen a estar sometidos a las condiciones de vida o leyes de esta zona más baja, es igualmente evidente. Así, tienen que nacer aquí en un organismo físico, que es de una naturaleza muy inferior al organismo que han alcanzado en su zona de existencia habitual. Como el organismo de la zona inferior es un producto de la facultad de reproducción de seres no iniciados y, de este modo, una continuación de su carne y sangre y, por consiguiente, ya puede tener en sí disposiciones para enfermedades y otros efectos kármicos, procedentes de la vida inacabada o imperfecta de los padres, este ser de amor, que ha descendido, tiene que conformarse con un organismo así, impuro. En la mayor parte de casos, el iniciado puede llevar un organismo así a ser un instrumento más o menos útil para su espíritu iniciado, aunque no pueda liberarse totalmente de la sobrecarga que una conciencia cósmica inevitablemente es para un organismo, cuyos sentidos psíquicos y sistema cerebral y nervioso físico todavía sólo están calculados para estimular la estrecha área de la conciencia psíquica de los hombres no iniciados. Esta sobrecarga permanente puede, en algunos casos, favorecer disposiciones para las enfermedades heredadas de modo que tengan la posibilidad de desarrollarse en el organismo. Y el organismo del ser iniciado puede llegar, así, a mostrar enfermedad o un cierto grado de defecto. Pero aquí el ser iniciado, en contacto con su propia gran fortaleza que la conciencia cósmica le da a su origen, recibe una gran ayuda del mundo superior del que ha venido, y desde el que se vela sobre su viaje por la zona física. Enfermedades y sufrimientos nunca pueden, por consiguiente, convertirse para este hijo mío querido en el karma y depresión anímica que son para el hombre no iniciado. Sabe que esto forma parte del riesgo que necesariamente debe correr al llevar mi mensaje a sus hermanos menores, que ignorantes y desamparados se encuentran en el mundo de la oscuridad y los sufrimientos.»


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