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| La raíz o causa más profunda de todas las enfermedades | 2116. Y luego se oyó otra vez la voz del Padre divino: «Que te haya hecho acompañarme al interior de este mundo de estrellas del microcosmos se debe a que sin esta experiencia sería imposible que llegaras a ser totalmente perfecto en la parte de mi imagen donde tú, al igual que yo, eres providencia para seres vivos. Aquí adquirirás conciencia de cómo tu organismo físico es un universo en un microcosmos con galaxias, sistemas de soles y planetas habitados por miríadas de seres vivos, para los cuales estás destinado a ser una providencia, ser mi revelación. Pero no puedes ser esta revelación sin ser al cien por cien uno conmigo. Y un estándar de vida tan alto es imposible que lo alcances solamente siendo amoroso con los seres vivos del mesocosmos, o sea, con los hombres, los animales y las plantas. Con sólo esta estima o amor al prójimo puedes muy bien, sin que seas particularmente consciente de ello, ser un tirano, un saboteador o directamente un diablo contra los microseres de tu propio organismo. Tienes que tener conciencia diurna despierta y viva de que todas las enfermedades de los organismos de los seres vivos tienen su raíz en el hecho de que el origen del organismo, como providencia y protector de los microseres de este organismo, todavía tiene unas cualificaciones demasiado insignificantes e inacabadas. En su estado imperfecto o todavía muy poco desarrollado este origen llega muy fácilmente, no por odio o verdadera maldad, sino, al contrario, debido a su dominante conciencia bastante primitiva y, desde el punto de vista mental, más o menos durmiente, a socavar su organismo. Como ahora ves aquí, este organismo es un universo con galaxias, sistemas solares y planetas poblados con vida animal, es decir, con vida física con conciencia diurna despierta, que está en condiciones, al igual que los seres del mesocosmos, de experimentar dolor tanto físico como psíquico. Aquí podrás comprender que un organismo así se convierte en un cataclismo o infierno terrible para sus miríadas de seres vivos en las situaciones en que su origen, con su modo de ser con todo tipo de excesos: drogas, alcohol, tabaco, exceso de alimentación y comida falsa, etc. además de un pensamiento con unas funciones erróneas y mortíferas: odio y cólera, daña y destruye este instrumento tan precioso para experimentar la vida llevándolo a la muerte o la ruina. Aquí ves, mi querido hijo, que ningún ser puede estar totalmente desarrollado y aparecer al cien por cien a «mi imagen y semejanza», mientras no haya sido iniciado en el microcosmos, indiferentemente de lo amoroso o altruista que sea para con todos los otros seres del mesocosmos. «El hombre a mi imagen», perfecto, no es sólo un «semejante» divino ante los seres del mesocosmos, también tiene que ser una «providencia» divina para los microseres de su organismo. Sin este elevado estado, no se podrá liberar del cataclismo denominado «invalidez» y «enfermedad». Todas las enfermedades y sufrimientos corporales tienen su raíz en el hecho de que el origen del cuerpo u organismo tiene unas calificaciones como «providencia» o «protector» de los microseres de dicho organismo que son muy imperfectas o inacabadas. Hay, sin embargo, que tener en cuenta ciertas excepciones. Hay situaciones en las que los seres que han experimentado la iniciación, tanto mesocósmica y microcósmica como macrocósmica, pueden enfermar. Pero aquí la causa no es falta de evolución, modo de pensar erróneo ni otras formas de primitivismo. Aquí la causa es la más alta forma de amor, a saber, la que lleva al ser a dar su vida por otros, cuando, así, puede salvarlos de la muerte y la destrucción. Sin este amor, el principio de la redención del mundo no podría manifestarse. Sólo los seres que se han hecho uno con este amor pueden constituir el fundamento de dicho principio o conducción de la humanidad en dirección ascendente, hacia el dominio de la luz y el amor.» |
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