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(1939-2395) 
 
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Dios le revela al hijo de Dios el objetivo de su mandato: «Hágase la luz»  2104. Ahora la Divinidad hizo que el campo de creación humana desapareciese para el maravillado hijo. Ante la vista surgieron de nuevo los inmensos conglomerados de soles. Y de allí surgió un luminoso sistema solar, en cuya irradiación luminosa se encontraba la Tierra. «Ya sabes», el Padre eterno continuó con su revelación al hijo, «que este oscuro globo, que ves a la luz del resplandor del sol luminoso, muestra un proceso de transformación de millones de años. Sabes que, una vez, fue una masa de fuego incandescente que, poco a poco, ha sido sometida a un proceso de enfriamiento. Este proceso ha demostrado ser igual de lógico que un proceso creador humano. Transformó poco a poco el planeta, para que pudiese desplegar las condiciones para que surgiese la vida que llamamos «reino vegetal». Luego el estado del planeta se transformó a favor de una forma todavía más elevada de vida, a saber, la vida animal o «reino animal». Y ves que la transformación del planeta ha creado condiciones para una vida todavía más elevada, a saber, «la vida humana» o «reino de los hombres», al que tú perteneces. Transformar un océano de fuego efervescente en un hogar para seres vivos, de tan alto rango que aparecen como seres que comienzan a poder pensar mis pensamientos y, con ello, poco a poco aparecer a mi imagen, con mi modo de ser, mi pensamiento y mi voluntad, es un proceso lógico que cumple un objetivo que está totalmente por encima de toda lógica y todo propósito de la creación y el modo de ser de los hombres. Mi querido hijo, aquí recuerdas cómo te mostré que dentro de tu campo de creación propio o de los hombres no podía tener lugar ninguna creación lógica sin pensamiento, deseo y voluntad. En esta visión conmigo viste, así, que sin mentalidad o conciencia no puede tener lugar ninguna creación en absoluto. ¿Cómo vas a poder, entonces, encontrar alguna razón lógica para el hecho de que las grandes nebulosas, los conglomerados de soles y las galaxias con sus cuerpos celestes y planetas, sus órbitas en el espacio, etc. puedan existir sin los mismos principios fundamentales del campo de creación de los hombres, tal como el deseo, el pensamiento y la voluntad de un yo? Cuanto más estudies estas inmensas combinaciones de materia, más verás que también están pensadas para tener que cumplir objetivos lógicos. ¿Puedo darte pruebas más tangibles o reales sobre mi vida, mi voluntad, mis propósitos y, por lo tanto, mi presencia consciente tras los procesos creadores del cosmos, del universo y la naturaleza? ¿No ves aquí que en los procesos creadores de la naturaleza se revela el mismo propósito lógico que ves en la creación más sutil y genial del hombre? El estadio maduro, sabroso y nutritivo, ¿no es el objetivo de toda la producción de fruta por la naturaleza? Y este estadio perfecto, ¿no es siempre el resultado final en cualquier otra de las creaciones de la naturaleza? Y el estadio maduro, ¿no es siempre el cumplimiento de algo por medio de lo cual la creación se convierte en alegría y bendición para seres vivos? Ya sabes que donde la creación de la naturaleza no parece ser para alegría y bendición de seres vivos, esta creación no está terminada, no ha alcanzado el estadio maduro hacia el que va de camino y llegará inevitablemente a cumplir. Mi querido hijo, aquí, conmigo, has empezado a revivir todas las experiencias que te han traído hasta mí aquí, en el santo de los santos del templo de la vida. Aquí te he revelado mi conciencia como la primera realidad inconmovible tras toda creación. De una manera real te he confirmado lo que anteriormente he dejado que mis grandes mensajeros a la humanidad le explicasen al mundo como mi primera manifestación de voluntad tras la creación, a saber, mi mandato eterno: «Hágase la luz».


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