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(1939-2395) 
 
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Dios le revela a su hijo el dominio de su espíritu y el mundo creado, tanto del microcosmos como del macrocosmos y mesocosmos  2101. Y aquí, desde las más altas cimas de la vida o en el trono del propio Dios, desde la gran perspectiva del mismo Dios, el Padre eterno comenzó a conducir a su hijo iniciado a través de los misterios del mundo creado o manifestado. Y de nuevo vibró la voz del Todopoderoso: «Ahora desde aquí, desde las cimas, voy a mostrarte mi mundo creado, tanto del microcosmos como del macrocosmos y mesocosmos.» Y de pronto, las visiones de la eternidad y el infinito se disiparon. Los hilos de oro desaparecieron. Pero, por mandato del pensamiento de Dios, formaciones de niebla luminosa centelleaban saliendo de la oscuridad, girando las unas alrededor de las otras. A medida que se acercaban, se convertían en radiantes conglomerados de soles de dimensiones y efectos luminosos enormes. Se fueron acercando cada vez más, y vimos que lo que antes parecía una niebla fina y densa resultó ahora estar formada por miríadas de partículas de luz independientes, entre las cuales había un espacio vacío que era muchas veces mayor que las propias partículas de luz, a pesar de que resultó que las partículas de luz tenían un tamaño y un volumen colosales. «Ahora tu mirada penetra en un mundo de espacio vacío», exclamó el Padre eterno. «Este es el escenario donde se manifiesta el mandato de mi pensamiento y mi voluntad o se revela mi espíritu. Aquí ves mi incipiente creación. Estas miríadas de partículas de luz, que comienzan a centellear en el oscuro espacio vacío, constituyen centros de fuerza por medio de los cuales insuflo el espíritu de la vida en toda materia física. Has aprendido que antes de que el mundo existiese, y yo crease la Tierra, mi espíritu se cernía sobre las aguas. Mi «espíritu» es el inmenso espacio vacío que, de este modo, no es ningún espacio vacío. Constituye, por consiguiente, la parte del dominio de mi espíritu no manifestada en la zona física y, con ello, invisible en esta zona. «Las aguas» son los inmensos conglomerados de soles y los gigantescos campos de galaxias. Forman, por lo tanto, los efectos manifestados y, con ello, visibles de la presencia de mi espíritu invisible.»


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