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(1939-2395) 
 
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Cómo el yo de la Divinidad y el yo del hijo son lo primario o esencial de la existencia y aparecen como el origen del espacio y del tiempo  2097. El emocionado hijo de Dios siguió escuchando la voz del Todopoderoso: «Por medio de la mutabilidad, el movimiento se transforma en otro tipo de movimiento que, a su vez, se transforma en un nuevo movimiento que se transforma otra vez, y, así, sucesivamente. A esta transformación del movimiento la denominamos «creación». Cada una de estas transformaciones del movimiento tiene, por consiguiente, un comienzo y un final, del mismo modo que también tienen que tener espacio. Así surge el espacio y el tiempo. Pero como transformación es lo mismo que función de pensamiento, deseo y activación de voluntad, revelando, así, un origen, ¿puede este origen ser otro que tu yo y mi yo? ¿Qué podría, si no, poner en marcha la transformación? El movimiento, o sea, la activación de pensamiento, deseo y voluntad sólo puede existir en virtud de un origen. Así ves cómo nosotros, tú y yo, en virtud del elemento que nuestro yo constituye, somos lo primario o esencial de la existencia. Sin ti y sin mi no habría ninguna existencia, ningún universo, ningún conglomerado de estrellas ni ninguna galaxia, ningún cuerpo celeste ni ningún planeta, ningún organismo, ningún animal ni ninguna planta, es más, no existiría ni una sola manifestación y, con ello, la experimentación de la vida sería, de este modo, imposible. Ahora aquí, en las cimas de la vida, más allá del espacio y el tiempo, ves cómo tú eres uno conmigo, eres uno con la omnipotencia, la sabiduría y la creación universal. Has visto cómo creamos el espacio y el tiempo, cómo creamos formas y cosas, todo por medio de nuestro conocimiento, todo con el poder de nuestra voluntad, todo por medio de nuestro deseo y anhelo.»


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