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(1939-2395) 
 
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Dios le da conciencia cósmica al hijo de Dios  2092. Y la voz divina continuó: «¡Mi querido hijo! Has llegado al estadio de la vida en el que uno en ninguna situación se equivoca con respecto a la luz y la oscuridad. Ahora conoces la diferencia entre «bien» y «mal». Tras haber sido experto en sembrar y cosechar sufrimiento, muerte y destrucción, ahora sabes cuáles son las causas que crean «el mal» y cuáles son las causas que crean «el bien», lo que crea «infierno» y lo que crea «reino de los cielos». Ahora eres un ser altamente intelectual, que es totalmente soberano y libre, ahora puedes hacer lo que quieras. Pero como ahora posees el conocimiento y el talento del alto intelectualismo, sólo puedes hacer «el bien». Ya no sigues estando bajo el dominio de la ignorancia, que es la causa exclusiva de todo tipo de desviación y, por consiguiente, de la creación del «mal». Ahora, te muestras tanto a mi imagen que puedes fundirte con ella y, así, experimentarme en ti y ver aquí tu existencia y grandeza divina fuera del espacio y el tiempo, fuera de la vida y la muerte, y experimentar la auténtica realidad, verte a ti mismo como uno con el creador del espacio y el tiempo, y uno con el señor de la vida y de la muerte. En virtud de tu alta cualificación en la vida, quiero ahora dejar que tu herencia eterna, la facultad de mi espíritu de percibir y experimentar en su forma más pura, pase a tu conciencia. Y así, fundido conmigo, voy a dejarte aquí, desde las cimas de la vida, experimentar cómo yo en mi omnisciencia, en mi omnipotencia y en mi amor universal creo, dirijo y gobierno los mundos, los conglomerados de soles y las galaxias, tanto en el macrocosmos como en el microcosmos, tanto en lo pequeño como en lo grande. Verás cómo dejo que todos los resultados finales, todos los resultados acabados de mi creación universal sean exclusivamente para bendición, paz, belleza y alegría para los seres vivos. Ni uno solo de los seres, que hay en las inmensas multitudes de planetas y mundos de mi inmenso despliegue en el espacio y el tiempo, se escapará a este resultado o a esta bendición mía. En nuestra convivencia cotidiana, te mostraré cómo yo, por medio de los contrastes: luz y oscuridad con todas sus variaciones, mantengo la facultad eterna de experimentar la vida en todos los seres, de modo que todos, al igual que tú, puedan llegar a experimentar su ser eterno en mí y ver que son mis hijos, son mi carne y sangre, son mis sentidos o instrumentos para la vida, son mis ojos y oídos, son mi cerebro y son mi corazón. Sólo por medio de ellos y para ellos puedo manifestar mi vida, mi objetivo y modo de ser, mi conocimiento y amor. Por medio de ellos creo y mantengo el universo con todos sus matices y detalles en el microcosmos y macrocosmos. Y ahora puedo dejarte tomar parte en todo este esplendor mío, porque has pasado por la crucifixión por tus hermanos, porque amaste a tus enemigos, pediste perdón para quienes te odiaban y perseguían, y para quienes te calumniaban y querían convertir para tu entorno tu posición divina aquí, conmigo, en engaño, arrogancia y delirio de grandeza. Pero porque estás inconmoviblemente enraizado en mí, a causa de la confianza y el amor que me tienes en los seres, venciste sobre todas las dificultades, sobre toda la oscuridad. Tu creencia inconmovible y la posterior experiencia real de que la única y exclusiva intención tras todos los fenómenos de la oscuridad era el amor, en contacto con tu inconmovible confianza en mi presencia en todo y todos, te trajo victorioso ante mi rostro.»
      Aquí enmudeció la voz del Padre eterno, y el hijo de Dios vio que aún se encontraba en el dominio del mar de oro o espacio vacío con los hilos de oro.


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