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La fusión con Dios en el océano de luz del templo de la vida o santo de los santos  2087. Y nuestro modo de ser nos ha llevado al interior del santo de los santos del templo de la vida. Tenemos acceso al «arca de la alianza», que es lo mismo que el punto de observación del mismo Dios. Nos encontramos en el estado mental en que somos uno con Dios en nuestro modo de ser y relación con nuestro prójimo. Esto era, claro está, la condición para entrar en esta zona, la más santa de la vida. Aquí, fundida nuestra mentalidad con la de nuestro padre todopoderoso, hemos llegado a experimentar directamente su revelación, que comienza dejándonos experimentar un espacio vacío inmenso. De pronto, todo ha desaparecido de nuestra existencia, incluso nuestros organismos, tanto los psíquicos como el físico han sido apartados de nuestra facultad de percepción. Como en este aparente «nada» o espacio vacío sin fin no hay ningún detalle ni movimiento, tampoco hay ninguna transformación ni creación. Pero donde no hay ninguna creación, tampoco hay ningún espacio ni tiempo. Pero aquí, el espacio se pone, sin embargo, de relieve al ser bañado por los rayos de un gigantesco océano de luz. La luz es completamente de color de oro. Es como si el espacio fuera penetrado por brillantes hilos de oro. Aquí no existe ninguna otra cosa. Nada en absoluto de nuestro propio organismo es visible. Nada en absoluto pone de relieve nada sobre nuestra existencia para los sentidos. No hay ninguna manifestación externa visible. Pero en el océano de luz de centelleantes hilos de oro sólo hay una sensación, que es el sentimiento de ser «uno con Dios». En verdad que aquí, en el santo de los santos del templo de la vida, somos «uno con el Padre eterno». Todo luce como oro, oro y de nuevo oro.


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