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Con el desarrollo del intelectualismo, los seres abandonan, poco a poco, las religiones y a los dioses, los dogmas y los sacramentos creados por los propios hombres  2058. Pero esta creación de la Divinidad y la verdad a imagen de los hombres no puede ser nunca, naturalmente, el objetivo final con respecto al desarrollo del intelectualismo humano. Y también se ha llegado al punto de que, con el desarrollo del intelectualismo, los seres abandonan la creencia, originada por esta creación no intelectual, en las ideas o dogmas sobre Dios y la verdad. Así, alrededor de todo el mundo se abandonan las religiones, del mismo modo que las personas con formación académica y las personas instruidas ya no creen en los dogmas de la iglesia cristiana sobre el diablo y un infierno eterno ni en la monopolización del acceso al reino de los cielos, según los dogmas enseñados por la iglesia que dicen que se tiene, necesariamente, que nacer dentro del matrimonio para que la vida cotidiana sea una bendición. A este nivel intelectual tampoco se cree que uno tenga, necesariamente, que ser bautizado con la ceremonia religiosa que se llama «bautizo» y recibir «el perdón de los pecados» por medio de la comunión* para obtener «la salvación», es decir: ser liberado del presunto infierno eterno. Que los hombres se liberen de destinos desdichados no es una cuestión de ceremonias o escenas teatrales, no es una cuestión de trajes negros o de color, no es una cuestión de oro y oropel, sino que en su resultado final es, al contrario, exclusivamente una cuestión de que su modo de ser o vida cotidiana sean idénticos al amor absoluto al prójimo. Esto no significa, naturalmente, que el bautismo y la comunión no tengan su importancia. Al contrario, estos actos se basan en el hecho de que activan fuerzas sugestionadoras que, temporalmente, pueden liberar al hombre no intelectual, pero creyente religioso, de eventuales depresiones religiosas. Debido a ello, estos dos fenómenos tienen que considerarse como actos santos para la esfera mental a la que pertenecen. Pero para el hombre intelectual, que ya no vive en la esfera religiosa de la fe, sólo existe el camino del análisis y de los hechos.
 
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* En la teología protestante la confesión no es un sacramento, el perdón de los pecados se obtiene con la comunión.


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