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(1939-2395) 
 
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El camino al otro lado del velo del templo de la vida sólo va a través de la iniciación  2048. Los ojos llenos de gran expectación de los hombres se han dirigido durante milenios y milenios hacia el cielo estrellado sin que, en realidad, supieran o pudieran comprender qué era lo que veían. La ciencia también ha dirigido sus poderosos telescopios y otros aparatos ópticos hacia el mismo tapiz centelleante, así mismo sin saber qué era lo que, en realidad, presenciaba. Por medio de los aparatos ópticos los científicos sólo pudieron ver algo más de la misma clase. Vieron varios de cientos de miles de años luz más allá sobre el mismo tapiz o velo luminoso. Pero una cosa que no se entiende no se hace más comprensible aunque se vean varias cosas de la misma clase. Un aparato que no se entiende no se hace más comprensible porque se vean uno o dos aparatos más de la misma clase. La visión material, es decir, la visión del no iniciado no puede atravesar el velo que oculta el santo de los santos. Independientemente de los muchos años luz que se pueda alargar la visión material en el espacio, sin embargo sólo se verá el mismo tapiz luminoso, el mismo velo ante el santo de los santos. El camino más allá del velo del templo sólo va a través de la iniciación, es decir, logrando el contacto con el tono básico del universo, el amor, o siendo uno con Dios. Ser uno con Dios es, a su vez, lo mismo que verlo todo desde el punto de vista del propio Dios y pensar los pensamientos de Dios y ver la intención y el proyecto de Dios en todo. Sin esta actitud convertida en función automática o conocimiento-C será imposible experimentar el santo de los santos.


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