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Tras cada uno de los detalles materiales del universo hay una fuerza espiritual, una manifestación de pensamiento, al igual que tras cada frase de un libro hay espíritu o pensamiento  2030. ¿Puede medirse el infinito? ¿Puede medirse la eternidad? Debería ser evidente que la ciencia materialista sólo puede ser una ciencia sobre espacio y tiempo y, por consiguiente, no puede tener ninguna otra misión o tarea. Y también es, precisamente, en este ámbito que se manifiesta como un factor divino y vivo. Hace al individuo señor de la materia y de las fuerzas de la naturaleza y, con ello, convierte al ser en un creador que se muestra cada vez más como el inicio del «hombre a imagen de Dios». No necesitamos entrar aquí en más detalles sobre todos los bienes y maravillas materiales que la ciencia materialista les ha dado a los hombres, sus máquinas de fuerza motriz, sus medios de transporte, sus viviendas, etc., pero, con su inteligencia de enfoque materialista, se han alejado todavía más del misterio de la vida. Pero, del mismo modo que el objetivo de un libro no es solamente crear una combinación de tinta y papel, sino, al contrario, revelar una zona de pensamiento o conciencia, ya se trate de un cuento, una novela de aventuras, una ciencia o cosas parecidas, todo el mundo material tampoco existe sólo para enseñarles a los hombres acerca de sus fenómenos secundarios, pesos y medidas, velocidad y longitudes de onda, volumen u otros fenómenos materiales exteriores. Tras cada detalle material hay una fuerza espiritual, una manifestación de pensamiento, del mismo modo que tras cada letra, cada sílaba y frase de un libro hay una manifestación de espíritu o pensamiento. Por pensamiento hay que entender aquí la conciencia, el conocimiento y la vida de un ser vivo.


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