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| «La fuerza» mortal «de Dios» con la que era protegido «el santo de los santos» | 1997. Pero antes de continuar nuestro viaje por los hermosos mundos de Dios, y antes de que nos atrevamos a poner los pies en «el santo de los santos» del reino de Dios, es necesario que nos detengamos un poco para conocer las condiciones que absolutamente tienen que cumplirse para poder tener este acceso. Sabemos que era mortal poner los pies en el santo de los santos del tabernáculo, y posteriormente del templo de Salomón. Aquí sólo podía entrar el sumo sacerdote. Sabemos que el arca de la alianza estaba protegida por alas de ángeles que eran mortales para todas las personas no iniciadas. Que esta fuerza mortífera era electricidad, y que los sumos sacerdotes estaban protegidos contra ella, debido a que su vestidura era aislante contra la electricidad, no cambia la cosa. Que a la electricidad se la llamara «fuerza de Dios» o «espíritu de Dios», y que esta fuerza despidiese un resplandor tan grande durante la inauguración del templo de Salomón que se tuvo que detener el oficio religioso, tampoco cambia el principio. El templo estaba cargado de una fuerza misteriosa para la que no se tenía otro nombre que, precisamente, «fuerza de Dios» o «espíritu de Dios». Que hoy llamemos electricidad a esta fuerza no nos dice nada en absoluto sobre su naturaleza. En la escuela, hemos aprendido que cuando dos placas de materiales distintos se tocan, surge electricidad. Sin embargo, la ciencia materialista no sabe lo que es la electricidad. Pero la ciencia del espíritu sabe que, precisamente, es la fuerza vital de la Tierra, es decir, una fuerza macrocósmica que da vida. No es, por consiguiente, una fuerza muerta, sino una fuerza orgánica viva de nuestro propio macroser. Llamar a esta fuerza «fuerza de Dios» o «espíritu de Dios» está, así pues, muy justificado. |
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