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El poder de rey bajo la corona de piedras preciosas está muerto, y el poder de rey bajo la corona de espinas es el verdadero  1992. No matar no es sólo no matar hombres, sino que es, en el mismo grado, no matar a otros seres vivos. Como este es el camino, la conciencia de rey será hoy más que nunca no matar jamás. Sin embargo, a veces se ven en revistas y publicaciones ilustradas grandes fotografías de reyes y otras personas de la realeza en actitud afectada junto a hileras de animales muertos que han matado en cacerías celebradas en las grandes propiedades. Cara a cara con el quinto mandamiento, estas actitudes no son demasiado halagadoras para la dignidad de rey de las personas reales. Miles de súbditos de estas personas están muy por encima de esta tendencia mortífera, de este deseo de matar sin ningún sentido, y están, así, de una manera distinta en contacto con la dignidad real y atmósfera vivificante que rodeaba con su luz al origen del verdadero cristianismo, al rey perfecto Jesucristo.
      Por lo que respecta a ideales de alimentación o nutrición, hoy las personas de la realeza tampoco van a la cabeza, porque tanto ser un apasionado consumidor de carne como cazador no es el lema del futuro. Cuando los reyes actuales son cazadores y guerreros, representan los ideales sangrientos del Antiguo Testamento, de hecho, viven en las más puras manifestaciones del Valhala. Pero estos ideales paganos no pueden ser modelos, ni para el presente ni para el futuro. Si pudieran serlo, Cristo no habría necesitado nacer en la Tierra, del mismo modo que el Nuevo Testamento entonces también habría sido totalmente superfluo. Al contrario, vemos que seres en los que la verdadera dignidad real existía totalmente o en parte tuvieron millones de «súbditos» o seguidores más allá de su muerte o existencia física, independientemente de los reyes y soberanos autorizados. A tales reyes los conocemos como a los redentores del mundo: Cristo, Buda, Mahoma y otros. ¿Creen ustedes que si estas personas históricas no hubieran tenido una verdadera conciencia de rey, una verdadera dignidad de rey serían hoy tan alabadas y adoradas por millones y millones de seguidores alrededor de todo el mundo, como es precisamente el caso? ¿Cuál de los reyes autorizados terrenos de hoy creen ustedes que tendrá súbditos en forma de seguidores y adoradores tras su muerte? ¿Qué reyes terrenos pueden mostrar hoy una conciencia o mentalidad en virtud de la cual puede suponerse que, tras su muerte, podrán seguir gobernando, guiando y uniendo a millones y millones de hombres alrededor de su espíritu? Lo que sucede, ¿no es que lo que queda de los reyes terrenos de hoy, cuando están muertos, sólo es generalmente su cuerpo sin vida, encerrado en inmensos sarcófagos de mármol colocados en lujosos y fastuosos lugares? Pero, ¿dónde está el cuerpo físico de Cristo? ¿Dónde están los cuerpos sin vida de los otros grandes reyes verdaderamente espirituales? Han desaparecido, pasaron desde hace tiempo al ciclo natural de la materia, pero lo real de estos seres es su espíritu divino que, el día de hoy, brilla y resplandece sobre millones de seguidores y admiradores, da calor y fuerza espiritual a almas hambrientas y desdichadas miles de años después de su muerte física. Esta atmósfera divina y este poder vivificante y seductor de estos seres es el poder y la dignidad de rey en su forma más pura. Esto es algo de la gloria que una vez animaba a los reyes físicos y emanaba de ellos, pero que ahora se ha abierto un camino totalmente distinto. Ahora el verdadero poder del rey, manifestado con oro y piedras preciosas en la corona real, ya no está sujeto a esta corona. Ahora su campo de acción está sujeto a la corona de espinas.


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