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El desmoronamiento de la dignidad de rey  1989. Hoy el concepto «rey» sólo se conoce como expresión de un cargo público hereditario, es más, a veces incluso sólo como un objeto de un partido político, una tendencia política determinada con varios partidos compitiendo. Que hoy la dignidad real sólo se puede considerar una ruina, de hecho, un vestigio sombrío casi borrado de algo grande, inconmovible de la dirección divina de la conducción y evolución de la humanidad que una vez fue realidad palpable, se revela con facilidad como hecho cuando se ve que el cargo de rey sólo es algo que, simplemente, puede heredarse de padre a hijo como una cosa muerta, como una fortuna, una propiedad o algo parecido. El acceso al trono real sólo está condicionado por una cosa, desde un punto de vista cósmico tan trivial, como que se sea hijo de un rey, o simplemente que se sea de la familia de un rey, independientemente del grado de intelectualismo o facultades espirituales que se tengan. ¿No se tienen, precisamente, ejemplos de que ha habido testas coronadas que han estado muy poco dotadas, es más, incluso han estado desviadas e infectadas con tendencias sadistas? Estados así son muy vergonzosos para un «sumo sacerdote», para un verdadero rey que tenía que ser guía y protector divino del pueblo, ser intermediario entre Dios y los hombres en virtud de sus propias calificaciones como ser iniciado. Esto quiere, a su vez, decir, un individuo con un modo de ser que ya hacía tiempo se había convertido en «conocimiento-C», y hacia el que su pueblo tenía que evolucionar.


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