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(1939-2395) 
 
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Cuando el revelador de la verdad, el espíritu santo, se convierte en conocimiento-C, el ser, como sumo sacerdote, tiene acceso al «santo de los santos» del templo de Dios  1988. Después de que la ciencia del espíritu ha sido adquirida por el ser como «conocimiento-A» (conocimiento teórico) y ha pasado a «conocimiento-B» (práctica con conciencia diurna dirigida por la voluntad) se convierte en «conocimiento-C», que es lo mismo que función automática o práctica habitual. Cosas o métodos que se practican o ejercitan cada día de manera sucesiva se convierten, finalmente, en una manifestación independiente, de modo que no se necesita tener conciencia diurna despierta de ellos. La práctica continuada de la misma manifestación desarrolla, poco a poco, un centro u órgano independiente en la región del cerebro y de los nervios. Este órgano se convierte en núcleo de talento y se enraíza en el elemento de destino en la supraconciencia del ser. Cuando este órgano o núcleo de talento está lo suficientemente desarrollado, toma él mismo la dirección de la manifestación en cuestión, de modo que el ser, en virtud de ello, puede pensar libre e independientemente de esta manifestación, puede pensar en otras cosas. Este estado es el que ha originado el refrán que dice que «la práctica hace al maestro». Cuando un niño pequeño comienza a aprender a andar, vemos que tiene que concentrar toda su conciencia en esta actividad. Cuando el niño, poco a poco, ha aprendido a andar, y esta facultad se ha convertido en función habitual, sus pensamientos ya no están sujetos a esta función. De este modo, todos podemos andar y hablar entre nosotros sin que necesitemos pensar en el hecho de que andamos. Cuando una manifestación determinada se ha convertido en rutina, es algo secundario en la función de la conciencia diurna despierta, dado que entonces se ha creado un centro independiente en su subconciencia que puede trabajar más o menos automática o independientemente. Cuando la sabiduría se ha convertido, de este modo, en función automática en el modo de ser cotidiano, y el ser ya no tiene ninguna oscuridad con la que luchar ni nada que vencer en su modo de ser, y se ha convertido en un hombre que cumple punto por punto el amor al prójimo o principio de amar al prójimo como a sí mismo como modo de ser evidente y natural, entonces ha terminado con el reino animal. Entonces ha pasado tanto por «el atrio exterior» y «el atrio interior» como por «el santo» y, ahora, ha entrado en «el santo de los santos» del tabernáculo de Dios o templo de la vida. Entonces se ha convertido en un «sumo sacerdote» o ser-cristo verdadero que tiene acceso al «santo de los santos» del templo de la vida. La perfección, a la que este ser ha llegado, se manifiesta en forma del «gran nacimiento» o iniciación. Sabemos que este camino, aquí descrito, del ser desde «el atrio» hasta «el santo de los santos» es impulsado por «el fuego supremo» a través de las constelaciones de los dos polos sexuales del ser vivo. Con su acceso al santo de los santos del templo de la vida, el ser, como hemos dicho, se ha convertido en un «sumo sacerdote» que, a su vez, es lo mismo que lo que, en realidad, es la base de lo que se esconde tras el concepto «rey».


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