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Cómo la reencarnación se ha convertido en un talento interno, soberano e independiente en el ser animal  1967. Que de lo que, precisamente, aquí hablamos es del principio de reencarnación en el ser planta es un hecho, ya que con el sueño no se pierde nada del organismo físico. No tiene lugar ningún reemplazo de miembros ni órganos. La planta pliega simplemente sus flores con el frío de la noche. Este proceso tiene lugar, por así decirlo, exclusivamente por medio de una influencia del exterior. Y algo parecido tiene lugar con la reencarnación parcial del ser planta. Pero esta reencarnación parcial permanente de la planta, este continuo revivir el mismo principio no puede dejar de crear evolución y, con ello, ampliación de la experiencia. Por esto, gradualmente se desarrolla en el ser una conciencia habitual interior que, poco a poco, crea un estado orgánico interior que se cimienta y se basa totalmente en este principio de la repetición. Este estado orgánico se asienta en los núcleos de talentos, a partir de los cuales el organismo cada vez más es construido desde dentro por este talento del renacimiento. La vista, el oído, el olfato, el gusto y los demás sentidos han surgido del mismo modo. También han comenzado a crearse debido a influencias exteriores. Actuando sobre el ser, la luz ha creado poco a poco los órganos de la vista, del mismo modo que el sonido gradualmente ha creado los órganos del oído. Los demás sentidos han surgido del mismo modo. Mientras el principio de la reencarnación todavía sólo es regulado por una influencia exterior a través del ciclo del día y sólo puede provocar un estado de sueño, el invierno y verano del ciclo del año dejan, al contrario una huella mucho mayor en el ser y desarrollan en él núcleos de talentos para la reencarnación. De este modo, la reencarnación se convierte, finalmente, en algo que se produce en el propio ser sin ninguna actuación en absoluto de la influencia exterior del invierno y el verano del ciclo del año. Esto es lo que sucede con los animales y los hombres o seres animales. Nacen y mueren tanto en el verano del ciclo del año como en su invierno. Vemos que en el ser animal la facultad de la reencarnación ha evolucionado, no sólo como algo soberano e independiente de las circunstancias exteriores, sino que también se ha convertido en algo total.


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