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(1591-1938) 
 
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En la zona o reino de existencia del hombre divino perfecto no se toma en matrimonio, y los seres no nacen de mujer, sino por medio de materialización, y mueren por medio de desmaterialización  1936. Con este crecimiento conjunto de los dos centros sexuales: el centro del cerebro y el centro sexual o para la simpatía, un día el ser será liberado de nacer de mujer. En una sociedad de seres-dios así no se toma en matrimonio. Aquí ya no se es ningún ser especialmente de sexo masculino ni femenino, sino que se pertenece a una estructura de la vida que, debido a la liberación de sexo que manifiesta, puede denominarse «sexo autónomo». Es la culminación de la situación o época del ser vivo en el ciclo que está detrás de las palabras de Cristo: «Sois dioses». En esta sociedad los organismos materiales son de una naturaleza tan etérea, que pueden ser construidos con las energías sobrantes de los organismos de los seres vivos. A esta sustancia sobrante la podemos llamar «sustancia-A». Se encuentra en el aura de los seres. Cuando se tiene que crear un nuevo «feto», algunos seres especialmente desarrollados y evolucionados para ello crean con su voluntad y la fuerza de su pensamiento la posibilidad para que esta sustancia pueda entrar en contacto con una fuerza del ser vivo en la zona espiritual que llamaremos «fuerza-A». Esta fuerza es activada, desde la zona psíquica, por el ser desencarnado por medio de su elemento de destino y los núcleos de talentos para la construcción del organismo, aquí ubicados. Son los mismos núcleos de talentos que construyen el organismo del pequeño feto en el útero de la madre en los seres unipolares, pero aquí tiene lugar muy lentamente y toma no sólo meses, sino años. En el estado bipolar perfecto la formación de cuerpos tiene lugar con la velocidad del rayo. La construcción del organismo, que en la unipolaridad toma varios años para llegar al estado adulto, aquí sólo toma la misma cantidad pero en minutos, es más, a veces en segundos. A esta manifestación y creación la conocemos con el concepto «materialización». Pero, igual que el organismo puede, de esta manera, construirse a la velocidad del rayo, también puede disolverse o desmaterializarse a la misma velocidad. En los seres de esta zona con una evolución avanzada, es decir, en seres que casi viven exclusivamente por medio de la respiración, que viven de aire y de un tanto por ciento muy pequeño de la más delicada ensalada de frutas que existe, a saber, la pulpa alrededor del hueso de las frutas más nobles, el organismo puede, incluso, desmaterializarse y construirse de nuevo cuando el individuo lo considere oportuno, dentro de la materialización y desmaterialización ordinaria que sustituye el nacimiento y la muerte respectivamente. De esta manera, el ser, durante su encarnación física con este estado corporal y este elevado desarrollo de su conciencia, puede, por decirlo de alguna manera, entrar y salir del mundo espiritual según su propio deseo y necesidad. Así comprendemos que la gran separación entre «los vivos» y «los muertos», que existe en los estadios primitivos de los actuales hombres terrenos, aquí no existe. Aquí no hay ningún funeral lleno de lágrimas y tristeza. Todos los sometimientos del ser vivo a los procesos de la naturaleza se viven aquí como alegría y luz divina. Pero este lado de la vida todavía está tan lejos del estadio actual del hombre terreno, que no hay una exigencia especial de entrar en detalles al respecto. Cuando este lado del destino del hombre terreno sea actual, habrá seres cósmicos suficientes para profundizar más concretamente en ello. Con esto, sólo hemos querido indicar los contornos de esta última forma de existencia del hombre en materia física y como «hombre-dios» en la Tierra.


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