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| Los dos conjuntos de órganos de las disposiciones para la simpatía | 1928. Con el comienzo de la unipolaridad, es decir, cuando uno de los dos polos sexuales de los seres se detiene, tiene lugar «la expulsión del Paraíso» o la presunta «caída del primer hombre». En los seres en los que se detiene el polo masculino, surge «el ser de sexo femenino», mientras que «el ser de sexo masculino» surge, del mismo modo, en los seres en los que el polo femenino se detiene. Como la afluencia de las energías cósmicas o espirituales que permiten que el ser sea un verdadero ser-dios son reguladas por las disposiciones a la simpatía, y la manera en que estas disposiciones están reguladas condiciona que el ser se muestre como un ser de la oscuridad o un ser de la luz, vamos a examinar un poco estas disposiciones. Estas disposiciones para la simpatía consisten en dos grandes regiones de órganos por medio de los cuales las energías cósmicas se reparten en el organismo y, a través de una manifestación corporal y espiritual, se desencadenan en el modo de ser y la manifestación del ser en cuestión. Por medio de estas dos regiones de órganos se reparte el desencadenamiento de las energías cósmicas, de modo que por medio de una de estas regiones de órganos se desencadena la afluencia de la energía de la bienaventuranza y de la intuición en forma instintiva, además de un sentimiento primitivo. A este conjunto de órganos lo conocemos como los dos conjuntos de órganos unipolares, que estimulan el estado femenino y masculino de los seres. Por medio de estos conjuntos de órganos se percibe la energía de la bienaventuranza como la culminación de placer o goce sexual. El instinto es la fuente o guía exterior que, de manera automática, pone en marcha el instinto sexual que, a su vez, es lo mismo que conocemos como instinto de apareamiento. El otro conjunto de órganos es el instrumento para la puesta en marcha de todo el lado intelectual del ser, es decir, la intuición, la inteligencia y el sentimiento mental experimentados con conciencia diurna despierta, es decir, tristeza y alegría. |
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