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Los órganos sexuales y sus microseres son una zona de bienaventuranza  1922. Con respecto a los órganos sexuales, estos órganos, como todos los otros órganos y terrenos de un organismo, son espacios naturales o zonas de vida para microseres vivos. Como estos órganos son, en particular, órganos especiales para la creación de una sensación de placer o bienaventuranza en su forma más pura o sin análisis de tipo intelectual, un impulso intuitivo, estos espacios naturales del organismo tienen que ser la residencia de seres vivos que están animados de modo especial con la facultad de irradiar una atmósfera de placer o bienaventuranza. Pero como una atmósfera así en su forma más extremadamente pura sólo puede ser idéntica a culminante amor al prójimo, los espacios naturales del organismo del macroser que constituyen los órganos sexuales de este ser son, de este modo, la residencia de microseres, por medio de los cuales la zona física se puede manifestar o puede irradiar la más alta energía o bienaventuranza divina en contacto con otro ser vivo. Esto quiere decir, a su vez, que la más alta sensación de placer o goce de la vida culmina aquí al experimentar a otro ser semejante. El organismo constituye, por consiguiente, una región de seres por medio de los cuales las energías del sexto reino de la espiral, el reino de la bienaventuranza, pueden cubrir con su sombra la zona física. Los órganos sexuales son el lugar donde se ubica la disposición para la simpatía. Aquí, los microseres son, en realidad, seres físicos a través de los cuales se difunde la energía de bienaventuranza. Se trata de energía sobrante del estado de éxtasis que tiene lugar cuando los seres experimentan las copias de oro de su existencia en el quinto reino o esfera de la espiral: el mundo divino. Esta es la máxima experiencia de la vida en materia física.


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