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(1591-1938) 
 
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La sexualidad bipolar no da lugar a enamoramiento ni a ninguna otra forma de deseo egoísta de posesión de la pareja sexual, sino que al contrario es abnegación culminante o puro amor  1913. La diferencia entre el cuerpo acabado de hombre y el cuerpo físico corriente de hombre terreno es que el primero de estos cuerpos tiene una sensibilidad sexual tan desarrollada, que el fuego supremo llamea y resplandece, alumbra y da calor a través de todas sus células, independientemente de qué parte animal del organismo representen. Este cuerpo tiene una sensibilidad tan sumamente refinada, que reacciona sexualmente en todas las situaciones. Esta reacción sexual no es un acto egoísta, que se desencadena en la conciencia del individuo con el deseo de posesión o de propiedad absoluta de la pareja sexual, tal como sucede en el hombre unipolar. El acto bipolar es, al contrario, una reacción que sólo puede desencadenarse con una maravillosa sensación de alegría al disfrutar la presencia del otro ser. Como los órganos sexuales unipolares hace tiempo que se han convertido en una especie de rudimentos indiferentes, de modo semejante al ombligo en el hombre terreno tras el nacimiento, y esta función orgánica ya no alberga la reproducción, ya no hay ninguna forma de secreciones glandulares que animen al ser al clímax o acto sexual unipolar. No hay ninguna producción de esperma que cree necesidad de ser vaciado en los órganos de una de las partes ni ninguna hambre de recibir esperma en los órganos de la otra parte. Como en el ser ya no queda ninguna unipolaridad, la desmesurada manifestación de simpatía egoísta que conocemos como «enamoramiento» tampoco puede tener lugar. Por consiguiente, la fuerza sexual sólo puede manifestarse exclusivamente aquí, en la bipolaridad, como puro amor.


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