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(1591-1938) 
 
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La soledad del hombre-I  1891. Lo que contribuyó al cese de la posibilidad de que el hombre-I continuase su encarnación en la esfera de la Tierra fue, en muy alto grado, el hecho no sólo de que divergiese de todos los demás o mayoría con su mentalidad o conciencia, sino también que estuviera tan por delante del estadio de la mayoría, que era uno de sus puestos más avanzados en dirección al reino humano perfecto. Por consiguiente, no estaba junto con seres afines ni rodeado de un grupo de semejantes que pudieran satisfacerle, como satisface al hombre que está en el estadio de la mayoría el grupo que lo rodea. De hecho, estaba por así decirlo totalmente solo. Si decimos que sólo había un hombre-I por cada cien mil hombres de los otros, hemos dado así una imagen simbólica de la relación, aunque esta cifra no tiene que considerarse como la exacta matemáticamente. En realidad, hay zonas en las que el hombre-I acabado es una figura tan solitaria, que hay varios cientos de miles de tipos mentales distintos por cada hombre-I. Pero esto cambia, evidentemente, al mismo tiempo que la mayoría crece hacia el estadio del hombre-I. Una vez que la mayor parte de la gente haya llegado a este estadio de la evolución, su mayoría será principalmente hombres-I. Entonces el hombre I ya no será una figura solitaria, sino que al contrario vivirá en medio de millones de semejantes. Y el ser que entonces aparecerá con tendencias inhumanas, es decir, el tipo de ser que ahora constituye el ser mayoritario común, será una figura solitaria, dado que será uno de los últimos seres de la retaguardia de la humanidad terrena en su caminar en dirección fuera de la zona del principio mortífero.


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