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(1591-1938) 
 
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El hombre-I es el aspirante perfecto al «gran nacimiento»  1882. El hombre-I es el más perfecto o más evolucionado de los hombres terrenos todavía no iniciados. Está por encima de todos los otros hombres terrenos por lo que respecta al modo de ser y a la moral llenos de amor al prójimo. No es simplemente capaz de hacerle daño a ningún ser, ni animal ni hombre, es más, ni siquiera a las plantas. Que un ser así es vegetariano es, evidentemente, algo natural. Está muy por encima de la justicia establecida, de sus leyes y prescripciones. Si la Tierra estuviese exclusivamente poblada de hombres-I, esta justicia sería totalmente innecesaria, dado que estos hombres viven y respiran en una moral que es justicia culminante, y llevan en su corazón un amor al prójimo que sólo puede conducirlos a manifestar paz, alegría, felicidad y bendición a todo y a todos. Debido a su moral y amor tan altamente evolucionados, los hombres-I no son seguidores de ninguna secta religiosa. No pueden ser atados por dogmas que estén por debajo de su propia percepción del amor o talento para la simpatía. Hace mucho tiempo que han atravesado todos los estadios de la duda y el materialismo y la consiguiente culminación de sufrimiento o experiencia de un destino oscuro. Perciben intuitivamente la existencia de una divinidad y que, por lo tanto, tiene que haber una verdadera dirección tras el universo. Sienten que todo tiene, en realidad, que representar un propósito útil, independientemente de lo imperfecto y malo que este propósito pueda parecer. Por medio de su muy desarrollada facultad intuitiva, el hombre-I comenzará, tarde o temprano, a recibir «destellos cósmicos», que son estadios precursores o incipientes tendencias de la experiencia del gran nacimiento o iniciación, que da lugar a conciencia cósmica permanente. Como este ser es muy amoroso y prefiere tomar sobre sí molestias y sufrimientos en vez de que otros sean agobiados con ellas, no los encontramos en trabajos o posiciones que, sobre todo, se adquieren usando los codos, con falta de consideración e insensibilidad, ambición y codicia, sino que, al contrario, los encontramos frecuentemente en trabajos insignificantes y casi nunca en trabajos que exigen despliegue de poder y dominio sobre seres subordinados, sirvientes, criados y esclavos. Son seres para los que cualquier alto cargo con ejercitación de poder y coerción sobre otros seres será una cruz que tienen que llevar. Del mismo modo, cualquier otra forma de posición superior manifiesta sólo puede, así mismo, ser para estos seres una cruz que tienen que llevar. En fin, todos tienen exactamente la madurez espiritual y la actitud psíquica que revela que la iniciación o el gran nacimiento está al alcance de la vista, está a punto de aparecer en su horizonte mental o espiritual, en otras palabras, estos seres son aspirantes muy avanzados al «gran nacimiento» o «segunda venida de Cristo sobre nubes». Esta venida es, claro está, la propia experimentación por los seres de la iniciación o el gran nacimiento y la «conciencia cósmica» diurna despierta permanente, y no el nacimiento de Jesús de Nazaret en un nuevo cuerpo físico y su regreso a la zona física, tal como muchos erróneamente creen.


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