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(1591-1938) 
 
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El polo contrario y el hombre-H  1880. En el hombre-H muy evolucionado tenemos, de este modo, al hombre terreno que ha conservado su normalidad originaria a través de la época de transformación de los polos sexuales. Por consiguiente, su polo ordinario tiene todo el tiempo la dirección, mientras que la evolución del polo contrario sólo ha tenido lugar dentro de un marco o una zona tan inferior al polo ordinario, que aquél no ha podido dejar atrás a este último. El individuo ha podido, por lo tanto, conservar su apariencia exterior, su aspecto corporal, su postura, modo de andar y sus movimientos y, también hasta un cierto grado, su voz dentro del marco del polo ordinario. Y como tampoco tiene conciencia diurna despierta del polo contrario, y su simpatía no da, por lo tanto, lugar a una atracción sexual hacia su propio sexo, el avanzado efecto de este polo en el hombre-H sólo se conoce como los grandes talentos y la gran creación de este ser, tanto de tipo físico como espiritual. Un hombre-H es siempre muy eficaz y productivo. Todo aquello con lo que entra en contacto evoluciona y crece. Nada se deja de lado, y nada se desperdicia. Cada banalidad se vuelve fructífera en los procesos creadores o iniciativas del ser. Como el hombre-H se encuentra, en mayor o menor grado, en el grupo de hombres más evolucionados de la Tierra, tiene intereses espirituales muy grandes. Ya ha dejado atrás todo lo que existe de religiosidad basada en la fe y, por consiguiente, no puede adherirse a dogmas, sectas o sociedades religiosas. El camino de la investigación es el único camino aceptable para este ser. Por consiguiente, es el investigador absoluto del espíritu y, en el mejor de los casos, es una fuerza colosal como docente, escritor y conferenciante. Como su excelente facultad de compasión o simpatía está fuera de la sexualidad unipolar y no tiene ninguna conexión con el cerebro y la conciencia diurna despierta y, por consiguiente, no tiene carácter sexual, dicha facultad le da a este ser un brillo o resplandor de inocencia inmensamente grande, semejante al que caracteriza a todos los seres en su primera niñez, tanto entre los animales como en el mundo de los hombres. El hombre-H irradia, en mayor o menor grado, esta atmósfera o aura como un encanto irresistible. Le es muy fácil ganarse a otros individuos para sus ideas o planes. Pero todo lo de bueno que preliminarmente recibe del polo contrario y su innata superioridad al manifestarse también crea muchos envidiosos, cuya antipatía crea directamente hostilidad y persecución hacia el hombre-H. Al igual que otras figuras destacadas, el hombre-H es un objeto favorito para las calumnias. Pero su gran espiritualidad, su genial facultad creadora, su facultad para la simpatía, la compasión y la empatía lo llevan victorioso a través de todas las dificultades y directamente al umbral del gran nacimiento. Aquí, sin peligro de desviaciones, se le retirará el último pequeño resto del velo sexual que mantenía las funciones sexuales del polo contrario fuera de su conciencia diurna despierta. Entonces ya no es un hombre-H, sino un hombre-I, para el que la puerta de la iniciación está a punto de abrirse. Debe, sin embargo, advertirse que hombres-H con el alto estándar espiritual, de que aquí al final hemos hablado, todavía son muy raros en la Tierra.


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