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(1591-1938) 
 
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Porqué el hombre-H puede conservar sus presuntas características sexuales «normales» a través de las zonas de transformación polar  1875. Todos los hombres terrenos no iniciados van camino de esta experiencia o iniciación, pero, como hemos visto, por este camino uno puede desviarse. Por consiguiente, se nos presentan dos grupos de hombres terrenos: «los desviados» y «los no desviados». En el hombre-D, F y G* hemos visto las desviaciones particularmente graves. Como representantes de los seres no desviados nos quedan dos tipos, a los que llamaremos «hombre-H» y «hombre-I». Estos dos tipos representan el camino normal en el ámbito de la época de la transformación sexual de los polos. En el hombre-H tenemos un ser que en sus vidas anteriores no ha sido objeto de seducción u otros hechos de tipo sexual que hayan podido forzar la evolución de su polo contrario. Por consiguiente, este lado de su evolución no ha podido expandirse alcanzando una capacidad y un poder en su ser que fuera más fuerte o estuviera por encima de su moral. Debido a esto, no ha tenido ninguna dificultad especial para estar en contacto con la presunta vida sexual «normal» de la mayoría o sexualidad unipolar. Como la evolución de sus polos no tiene lugar a un ritmo acelerado no natural, este lado de su psique sólo crece de una forma imperceptible y gradual y, por lo tanto, sólo se pone en contacto con la conciencia diurna del ser en sus últimas encarnaciones antes de su iniciación o experimentación del gran nacimiento. Y mientras la evolución de los polos del ser no haya llegado a movilizar este contacto, no siente en absoluto ninguna atracción sexual hacia su propio sexo. Cuando un ser se siente atraído sexualmente hacia su propio sexo, esto manifiesta que su evolución polar sexual ha llegado al cerebro y, por consiguiente, a la conciencia diurna. En virtud del polo contrario, el individuo puede, de este modo, comenzar a sentir o percibir levemente sensaciones de las que antes no tenía conciencia. Cuando las vibraciones del polo contrario han comenzado a introducirse en el cerebro, este polo da lugar aquí a lo que es su verdadera misión, a saber, una correspondiente simpatía incipiente hacia el mismo sexo que el del ser en cuestión. El hombre descubre que en lo más profundo de su conciencia comienza débilmente a sentir hacia hombres lo mismo que una mujer siente. La mujer descubre, del mismo modo, que en ella hay algo semejante a la atracción por la mujer que, de lo contrario, sólo existe en la psique del hombre. Pero como el polo ordinario nunca podrá ser dejado atrás por el nuevo polo y por las sensaciones que este polo origina, debido a que la moral del hombre-H está muy por encima de esta evolución, este nuevo polo nunca podrá llegar a tener tal dominancia en la psique del ser, que éste se manifieste como un hombre afeminado o una mujer hombruna. El hombre-H conserva, de este modo, sus características normales a lo largo de la zona peligrosa de las desviaciones sexuales.
 
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* Hombre-D, E y F se ha modificado por hombre-D, F y G.


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