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(1591-1938) 
 
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El «hombre-G». Sadismo  1869. Esta masturbación ampliada no puede seguir siendo satisfactoria. Tiene que ampliarse todavía más y más con nuevos experimentos, con lo cual quien los realiza, se desvía de modo correspondiente, cada vez más. La reacción normal que tiene lugar en un coito natural o en una masturbación corriente ya no le puede dar al ser clímax sexual suficiente. Los órganos sexuales ya no pueden reaccionar de manera suficiente a una influencia sexual normal. Para poder tener clímax sexual, el ser tiene, por consiguiente, que crear una tensión cada vez mayor alrededor de su experiencia sexual. Esta tensión mayor no puede conseguirse con las caricias, los besos y las sonrisas normales, que son la base de la sexualidad normal, al contrario. Para el ser desviado esta actitud de simpatía puede haber sido vivida de una manera tan sobredimensionada, que en vez de excitar actúa como relajante. Solamente con ella el ser no puede llegar a la excitación necesaria para que tenga lugar el clímax sexual. El ser desviado tiene, por lo tanto, que recurrir a medios que actúen exactamente en sentido contrario. Como lo contrario a las caricias es la brutalidad, la brutalidad y la violencia comienzan entonces a crear cada vez más la base de la sexualidad de este ser. Es más, finalmente ya no puede tener ningún clímax sexual si no es por medio de la brutalidad y la violencia hacia su pareja sexual durante el coito que, en realidad, no es ningún coito, sino un intento de asesinato, cuando no se convierte, precisamente, en un asesinato. El ser se ha vuelto «sadista». Dramas de estrangulamiento y otras manifestaciones sadistas florecen abundantemente en esta parte de la zona de la transformación sexual. Usar violencia, torturar, asesinar y matar se ha convertido en el mayor placer o la mayor experiencia de la vida. Esta desviación o exceso tiene muchas ramificaciones y manifestaciones individuales, según la especial psique, el particular medio e inteligencia de las personas desviadas, del mismo modo que también hay seres que se han acostumbrado a ser torturados o azotados para alcanzar un clímax sexual. Los pirómanos tienen su residencia en los estadios menos violentos de esta desviación. La sobredimensionada excitación nerviosa no natural también es aquí la base del clímax sexual de estos seres. Pero la excitación o agitación nerviosa al ver fuego, al ser incendiario secreto no sigue siendo suficiente. Finalmente es necesario que algunos animales u hombres perezcan en los fuegos o incendios a que han dado lugar. Y, de este modo, el ser se ha convertido en asesino incendiario. Culmina con la tortura sexual y la destrucción de la vida del enfermo mental, al igual que los demás sadistas de esta esfera en su estadio culminante. Ningún ser puede llegar más lejos en la culminación de la anormalidad y la oscuridad. El cielo se ha convertido aquí directamente en el mal, mientras el infierno es la mayor experiencia de la vida. El hombre a imagen de Dios, que está naciendo, atraviesa aquí un estadio diabólico. A estos individuos poseídos por una psique diabólica los denominaremos «el hombre-G».


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