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(1591-1938) 
 
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Vida común o matrimonios artificiales  1862. Que el mismo principio, con respecto a la desviación sexual, también tiene lugar cuando se trata de la seducción sexual de una menor por una mujer, es algo natural. Aquí también tiene lugar el amor desdichado y todas las otras cosas desagradables en un grado semejante. Sin embargo, no se puede excluir totalmente que también puede haber casos en que una vida en común así durante un tiempo puede dar lugar a una cierta forma de dicha. Esto tiene lugar cuando el objeto del enamoramiento no es excesivamente contrario o un acentuado representante de su propio sexo, sino que también puede sentir, hasta cierto grado, atracción y placer en la adoración del otro, en otras palabras, es un ser que también, aunque no consciente, ya ha avanzado un buen trecho por lo que respecta a la evolución del polo contrario. Entonces aquí también vemos vida en común, una especie de matrimonio artificial entre tales seres, pero la vida común nunca será una expresión de la total felicidad natural. Los seres son demasiado iguales en su estructura. Como el fundamento de su vida común es el polo contrario, este polo exigirá que el objeto del enamoramiento o de la simpatía sobredimensionada sea un ser del mismo sexo que el ser enamorado. Pero como este sexo siente, en su estado normal absoluto, más o menos antipatía hacia su propio sexo o, en el peor de los casos, lo odia y particularmente, como ya hemos dicho, cuando éste se muestra anormal y tiene las tendencias de su polo contrario, no hay ninguna posibilidad de que, por ejemplo, el hombre afeminado llegue a tener una vida común con un ser masculino así, que, de otra manera, es el objeto perfecto de su enamoramiento. Tiene que resignarse a arrojar su simpatía sobre los hombres que, ciertamente, son masculinos y no conscientes de su polo contrario, pero sin embargo también sienten un cierto placer en ser el objeto de la atención y simpatía de otro hombre y, por consiguiente, no les importa vincularse a este hombre en una vida común íntima, es decir, una especie de matrimonio artificial. Pero es obvio que, a la larga, el hombre afeminado enamorado no puede ser ningún objeto ideal para que un ser así se enamore de él, ya que éste, o sea, la pareja masculina, en realidad, todavía sólo puede imaginarse a una mujer como la pareja ideal de una vida sexual, y sólo se inclina por la vida en común artificial a causa de una tendencia sexual, todavía muy débil y no consciente, de la incipiente evolución normal del polo contrario, cuando no lo hace debido a las ventajas materiales exteriores. Más de un hombre joven pobre, pero normal en el estadio nombrado, es una presa fácil de conquistar para un hombre afeminado rico que puede mantenerlo y darle amplio acceso a los bienes materiales. El joven accede a esta vida en común sexual artificial, pero tras su actuación exterior todavía vive, sin embargo, en su pensamiento la mujer como su sueño sexual ideal, del mismo modo que también es ella la que ve en su fantasía durante el acto íntimo artificial en la vida en común con el hombre afeminado. Y si no forma parte de este tipo, pero tiene la facultad de ver el objeto ideal de sus sueños sexuales en hombres, se parece demasiado al hombre afeminado y no puede ser ningún objeto sexual ideal para este ser femenino sobredimensionado, que sólo es atraído hacia lo masculino e, incluso, siente aversión y antipatía hacia todos los otros seres con rasgos femeninos. Las mujeres no son demasiado apreciadas por estos seres, aunque no puede decirse que directamente las odien.
      Como hemos visto aquí, estos matrimonios o vida sexual en común artificial serán mantenidos por una especie de prostitución, una especie de ventajas o beneficios materiales por parte de la pareja masculina y un enamoramiento no correspondido por parte de la pareja femenina, o también pueden basarse en la resignación o en el dicho «algo es mejor que nada». Algunos hombres afeminados prefieren una vida en común con una pareja más o menos apta de su misma clase que con el hombre muy masculino, debido al riesgo frecuentemente unido a ello de todo tipo de explotación económica, de chantaje económico y a una falta demasiado grande de simpatía o amor correspondido por su parte. Por lo tanto, en estos matrimonios o vida en común artificial, que aquí hemos descrito, no se puede encontrar ninguna felicidad en absoluto.


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