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(1591-1938) 
 
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La orientación sexual de los seres que divergen de la mayoría como el objeto más popular para las tendencias de difamación, incluso en los seres implicados en esta divergencia  1854. Esta antipatía del hombre masculino, primitivo hacia los seres que divergen sexualmente de la mayoría es, por consiguiente, una tendencia heredada del reino animal que este hombre todavía tiene. Por lo que respecta a los hombres, puede considerarse igual de anormal o equivocada que la feminidad sobredimensionada del hombre afeminado. Pero el hombre masculino encuentra más fácilmente la aprobación de la mayoría que el hombre femenino, dado que su naturaleza y antipatía están más de acuerdo con la naturaleza de esta mayoría que la del último, aunque, naturalmente, no representa la mayor parte de esta mayoría. Aquí la antipatía hacia quien diverge sexualmente ya no se desencadena directamente por medio de graves tendencias de tipo criminal. Aquí esta antipatía ha ido más en dirección a una tendencia a la calumnia o las habladurías. Para lo seres así apenas hay un placer mayor que, precisamente, esparcir a los cuatro vientos conocimiento y rumores sobre tendencias de un ser que diverge de la mayoría. Pero no es fácil deshacerse de estos restos de tendencias de tiempos primitivos. Pueden, incluso, tener lugar en las propias filas de los seres incipientemente bipolares o que divergen sexualmente. Muchos de entre los seres que divergen de la sexualidad de la mayoría, son incluso, en ciertos casos, todavía peores que los de fuera, cuando se trata de calumniar y delatar a los seres de sus propias filas. En cierto grado se debe a su complejo de inferioridad, debido a que el estado en que se encuentran diverge de la naturaleza sexual de la mayoría. De este modo, adquieren más estima a los ojos de la mayoría y desvían su atención o sospecha con respecto a su propia naturaleza oculta, entregando a las habladurías el secreto sexual de sus propios compañeros, que, evidentemente, tienen condiciones especiales para descubrir o llegar a conocer. Su tendencia a entregar a las habladurías su conocimiento o supuesto conocimiento sobre la naturaleza sexual de los seres semejantes a ellos no es, en realidad, tanto por pura malicia como por instinto de conservación. En esta forma de ser, ven una especie de salvación para ellos mismos. Con las sensacionales informaciones y las alusiones sobre el estado que diverge de la naturaleza de la mayoría, crean en terceros una cortina de humo de habladurías, tras la cual ocultan su propia vida que diverge de la naturaleza de la mayoría. De este modo, buscan conservar su propia posición y seguir siendo juzgados y percibidos por el grupo como seres «normales». Pero el hombre avanzado evolutivamente y el iniciado saben muy bien que estos destacados lanzadores de conocimiento y suposiciones, sobre la eventual divergencia de la naturaleza más íntima de otros seres con respecto a la normalidad oficialmente reconocida por la mayoría, no forman parte de los inocentes sexualmente. Aquí las palabras de Cristo de que el que esté limpio que tire la primera piedra tendrían gran actualidad.


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