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(1591-1938) 
 
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Porqué el hombre masculino, primitivo abriga antipatía hacia el hombre muy femenino o afeminado y muestra las manifestaciones de esta antipatía en forma de persecución, violencia y chantaje  1853. Un ser así, extremadamente masculino, en el que el polo contrario aún está muy latente, es decir, al que aún le falta la evolución de algunas vidas físicas para que el polo femenino tenga acceso a la conciencia diurna despierta y, por consiguiente, está mucho más cerca del reino animal, todavía tiene en él tanto de la naturaleza animal o de la ley de la selva, que esta naturaleza condiciona su fuerte antipatía o enemistad a muerte contra los seres de su propia especie o raza que van contra la naturaleza o son anormales. De este modo, los animales matan en muchos casos a los seres que se lesionan o de otra manera se han quedado inválidos y no pueden valerse por sí mismos. En el reino animal, este fenómeno supone una cierta forma de misericordia, ya que, en caso contrario, estos seres anormales o inválidos estarían abocados a una muerte muy dolorosa. Esto está, por ejemplo, en vigor para las aves migratorias que no pueden volar con la bandada. Y está en vigor para los animales que se han vuelto ciegos o de otras maneras se han quedado inválidos. No hay ninguna institución de ciegos para los animales, y estos seres tampoco pueden llevar a sus semejantes enfermos a un hospital. Los animales sólo tienen un medio para aliviar los sufrimientos de sus camaradas o semejantes, a saber, en la situación dada, matarlos. En la zona de vida de la humanidad, este principio de misericordia ha evolucionado dando lugar a la asistencia sanitaria y asistencia pública en general. Pero, en el hombre masculino o robusto todavía queda tanto de esta antipatía o aversión hacia lo anormal o supuestamente anormal heredada del animal, que puede excitarlo y desencadenar una antipatía, incluso muy agresiva, hacia los seres anormales o supuestamente anormales sexualmente, que en el peor de los casos puede manifestarse directamente como violencia y agresión. Una excepción de ello tiene lugar en los casos en que el ser masculino ha descubierto que el ser «anormal» es eventualmente un posible objeto de chantaje económico o que, de otra manera turbia, puede ser para él un camino para obtener un beneficio económico o material. Entonces finge una simpatía y complacencia artificial ante el deseo sexual del hombre femenino que sólo es una trampa o un engaño en que, necesariamente, tiene que hacer caer a su presa para luego brutalmente despojarla de todo lo que tiene.


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