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(1591-1938) 
 
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El cumplimiento de la predicción de la Biblia con respecto a Adán y Eva se ha cumplido totalmente  1842. Aquí se comprende que «guerras y rumores de guerra» tenían que ser normales en la esfera de muerte materialista o espiritual o cósmica del hombre terreno. Es directamente algo natural que una ignorancia cósmica total así tenía que alejar del espíritu y llevar a la materia o, en primer lugar, crear una involución tan colosal en la materia, una lucha y un instinto de conservación que la conciencia cósmica o el estado mental que en la Biblia se denomina «el Espíritu Santo», con este exceso de creencia en la masacre, la persecución y la opresión de otros seres como el camino a la felicidad y el bienestar, tenía que perder terreno, tenía que degenerar y desaparecer de la conciencia diurna despierta. La materia tenía que convertirse cada vez más en el objeto del pensamiento para, finalmente, constituir totalmente la única esfera de interés del individuo. Por consiguiente, el ser se convirtió en uno con ella, pesó, midió y se consideró idéntico a la materia y, con ello, creyó sobre sí mismo ser una cosa creada por la casualidad. La facultad de percibir y comprender la inmortalidad, la eternidad y el infinito y, con ello, la facultad de percibir su propia identidad cósmica como el algo supremo eternamente existente, divino e idéntico a la Divinidad fue degenerando o disminuyó tanto que llegó a un estado tan latente que ya no podía penetrar en la conciencia diurna, física despierta. Esta conciencia diurna despierta se convirtió así en la sede de la ignorancia o la muerte cósmica que iba a ser el resultado de «la caída del primer hombre» de la Biblia. Imaginen como la visión del futuro sobre el destino de Adán y Eva, que es el destino de la humanidad terrena, hasta la fecha se ha cumplido totalmente. Adán «comió su pan con el sudor de su frente», y Eva «dio a luz a sus hijos con dolor». Cuantas veces no tuvieron, en forma de la humanidad terrena, que encontrarse precisamente desnudos, es decir, desamparados; ningún Dios, ningún paraíso, ningún conocimiento sobre la inmortalidad, sino percibiéndose a sí mismos y su destino como un resultado de la casualidad y siguiendo estando a merced de esta casualidad, rodeados de seres casuales, que así mismo han surgido por una casualidad y a merced de la casualidad. Los seres en este estadio sólo ven casualidad y más casualidad encima, debajo, dentro y alrededor de todo lo existente. Esto es el apogeo de la época materialista, científica del conocimiento del universo. Es la muerte que tenía que ser la consecuencia de «la creación de Eva», el origen de los seres de sexo masculino y femenino y el consiguiente efecto de esta «caída del primer hombre»: «el disfrute del árbol de la ciencia», la infiltración de los seres en la materia y su fusión con ella, y la ulterior muerte de la conciencia cósmica o espíritu santo en la psique de los seres.


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