Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1591-1938) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

La caída del reino animal en la mentalidad o psique del hombre terreno  1827. ¿No es el conocimiento y la facultad creadora genial, intelectual y artística lo que eleva al hombre terreno por encima del nivel del animal? ¿Creen que el objetivo o fin con respecto al hombre terreno es que sólo sea un ser no intelectual, una bestia para preñeces y reproducción, cuyo único y más alto entretenimiento sólo es competir con los animales para aparearse y poner descendencia en el mundo? Pero por lo demás, ¿quién de entre los hombres modernos civilizados de hoy se encuentra en un estado tan bajo y no intelectual que sólo existe como una especie de animal reproductor? ¿Cuál de estos seres carece totalmente de esferas de interés que estén fuera del estado de apareamiento? ¿No es algo general que cada uno de ellos tiene más o menos su especial deseo en dirección a ser genial en algún campo intelectual o artístico que no tiene, en absoluto, nada que ver con su naturaleza matrimonial? ¿No es, precisamente, por esto que se denominan hombres civilizados? ¿No puede también designarse la esfera de su interés religioso como algo ajeno al matrimonio o facultad de reproducción y apareamiento? ¿No viven los animales felices en su ámbito de apareamiento, a pesar de carecer de una esfera de interés religioso así? Si se quiere combatir el incipiente desarrollo de conocimiento genial y facultad creadora del intelectualismo hay que empezar combatiéndolos en todos los hombres de un nivel evolutivo inferior, por no decir en los monos. Es con esta incipiente facultad que Dios transforma al animal en «el hombre a imagen de Dios». «La imagen de Dios» no puede ser un simple ser reproductivo no intelectual, cuyo interés y facultad sólo es poner hijos en el mundo. «La imagen de Dios» tiene que manifestarse como un ser liberado, que en virtud de su intelectualismo puede pensar los pensamientos de Dios y experimentar la imagen del universo y su propia identidad como creador del espacio y el tiempo, y, de este modo, ser el señor de la vida, y con su genio poder crear en contacto con las revelaciones de Dios a través de los procesos creadores de la naturaleza. Que esta transformación divina del hombre terreno no puede crecer y evolucionar en la mentalidad humana terrena sin desplazar una parte de la esfera de interés sexual, animal, es evidente. Que la sexualidad del hombre civilizado está, de este modo, sometida a un proceso de transformación, a medida que el intelectualismo y la facultad creadora se acercan a lo genial, es, así mismo, un hecho evidente. Que esta evolución irá poco a poco haciendo que se desmoronen las normas e ideales viejos, ortodoxos, morales, es igual de evidente y natural como el día y la noche, sin importar la mucha resistencia, maldiciones proferidas, «ira santa», «indignación justa», habladurías y murmuraciones que se usen en el dar coces contra el aguijón. El ciclo cósmico de la vida sigue su curso. La psique animal tiene que sucumbir en la mentalidad del hombre terreno. La gran línea evolutiva intelectual ya está trazada en el ser humano terreno. No hay vuelta atrás. La alta intelectualidad y el arte, que son los fundamentos y efectos exteriores del amor universal, no se pueden detener. Los seres van camino de las cumbres. Dios los modela a todos a su imagen. Los seres deberían dirigir su mirada al cielo y gritar: «Hágase tu voluntad».


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.