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(1591-1938) 
 
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La principal causa de la degeneración del matrimonio no es ni primitivismo ni inmoralidad  1826. Cuando, además, también hay cónyuges que han contraído matrimonio y luego se han divorciado tres y cuatro veces, e incluso están dispuestos a continuar con este camino fuera y dentro del matrimonio si las autoridades no interviniesen y pusiesen un límite a esta táctica, no se puede afirmar que tales seres sean especialmente aptos para el matrimonio y que especialmente encuentren la verdadera felicidad en esta forma de contacto anímico y psíquico. ¿No pueden más bien considerarse como seres que, de hecho, están desarraigados y, por consiguiente, están desamparados en el matrimonio? Afirmar que son inmorales y muestran un carácter bajo y despreciable, que son egoístas y despiadados quizá sea verdad en cierto grado, pero la principal causa de su desdicha matrimonial no es en absoluto su estado mental o psíquico. De hecho, cuanto más retrocedemos en la evolución para, finalmente, llegar a los animales, vemos en la mayor parte de los animales muy evolucionados una excelente relación matrimonial en la vida de apareamiento y reproducción, en particular en los seres que, precisamente, viven en la monogamia. Y es difícil atreverse a decir que estos seres, por ejemplo los leones, tigres u otras fieras, por naturaleza no son egoístas y hostiles para con otros seres. Y sin embargo, aquí no se trata de un camino fuera y dentro del matrimonio o de la vida de apareamiento iniciada una vez, tal como sucede con los hombres terrenos citados. ¿Son estos hombres todavía más egoístas, más llenos de odio o mortíferos para con otros semejantes que las fieras? Es cierto que, según la ley del ciclo, las fuerzas de la oscuridad, o la zona de invierno mental, culminan en la esfera mental humana terrena, y que, por consiguiente, aquí no hay nadie que desencadene de manera más refinada y cruel el principio animal mortífero que el hombre terreno que, precisamente, se encuentra en el estadio culminante de esta oscuridad, pero hay que tener en mente que también hay muchos hombres terrenos que ya hace tiempo que han pasado este estadio de entusiasmo por la guerra, el odio y la venganza y pueden mostrar de muchas maneras gran humanitarismo, colaborar en grandes proyectos que muestran amor y aparecer ya como artistas geniales que con su arte causan cada día gran alegría, entretenimiento y enseñanza y, así, ayudan a crear escuela o un ejemplo para otros con su arte especial. Y lo peculiar es que es, precisamente, entre estos seres donde se encuentran los innumerables divorcios y matrimonios desdichados, y no entre los individuos robustos, primitivos y belicosos o los seres que se encuentran en el estadio del egoísmo y del hambre de poder o en la zona del deseo de conquista y opresión. Es, por consiguiente, un hecho que la zona general de los matrimonios desdichados está formada por seres ya avanzados en humanitarismo intelectual y en campos beneficiosos para la sociedad. Es aquí donde encontramos las mayores desdichas y las relaciones más libres con respecto al matrimonio o estado de apareamiento. Esta circunstancia convierte de nuevo en un hecho que en los seres de esta esfera o zona el matrimonio se está convirtiendo en algo secundario. Estos seres viven en gran medida para otra esfera de interés, a saber, para dedicarse a su arte o a una categoría de trabajo intelectual especialmente estimada, caracterizada generalmente en que es altruista, humana y beneficiosa para la sociedad. Esto quiere decir, a su vez, que, en realidad, los seres que tenemos ante nosotros no son en absoluto seres sin amor o crueles en sentido general. Sólo se muestran como inmorales cuando se trata de su lado matrimonial. Aquí infringen en alto grado las leyes morales prescritas y se vuelven superficiales, desconsiderados e infieles. Y tampoco puede negarse que en este campo los seres pueden ser lo diametralmente opuesto a sí mismos, es decir, a la parte de su psique que no tiene nada que ver con el matrimonio. En esta última parte pueden ser seres maravillosos, beneficiosos para la sociedad, que crean gran alegría con su, en ocasiones, gran y genial conocimiento artístico en el arte de escribir, de la música, de las artes escénicas, de la pintura y la escultura o con una amplia formación y creación científico humanística. De hecho, su actividad y posición intelectual y artística y beneficiosa para la sociedad puede ser tan grande que alcancen fama mundial, sean admirados y honrados por todas las naciones, mientras en la otra parte de su psique, la parte matrimonial, crean desdichas y sufrimiento tanto para ellos como para el cónyuge y la descendencia. Por lo tanto, no se puede calificar con toda justicia a estos seres de inútiles o sujetos decadentes, de faltos de moral o frívolos. Muestran, al contrario, que han degenerado matrimonialmente en el mismo grado en que han evolucionado en dirección intelectual y artística humana en general. Se han convertido en seres divididos. El principio de apareamiento heredado del reino animal, que una vez era alfa y omega, tiene ahora que compartir su espacio con este talento intelectual artístico o humano surgido en su mentalidad o psique. En muchos casos, esta última parte de su conciencia o psique ya ha tomado progresivamente la dirección del deseo y voluntad del ser. Se ha convertido en lo más importante o primario, mientras lo matrimonial ahora, en realidad, sólo existe como algo secundario para este ser. Los grandes y más hábiles artistas o intelectuales siguen siendo artistas o intelectuales independientemente del naufragio matrimonial, es más, a veces su creación intelectual se vuelve, incluso, más genial. ¿Acaso no han sido muchas de las más hermosas poesías eróticas o de amor escritas por personas que sufrían bajo un amor desdichado? Pero aunque tales seres, desdichados en el amor, verdaderamente obtengan a la persona de la que están tan violentamente enamorados y alaban en tan alto grado, para muchos de ellos no pasará demasiado tiempo antes de que se encuentren de nuevo envueltos en un nuevo enamoramiento y los consiguientes tormentos con respecto al divorcio o liberación de la persona anteriormente amada, a veces con el riesgo de una correspondencia dudosa por parte de la nueva persona amada. Es obvio que estos intelectuales no tienen una psique que pueda subordinarse a las milenarias leyes de Moisés heredadas del pasado. Si la vida sexual de estos seres tuviera que ser obligada a someterse a la guía de estas leyes, estos seres intelectuales se sentirían oprimidos en una camisa de fuerza mental de tales dimensiones que la decepción anímica, la melancolía y el hastío de vivir matarían la inspiración y el estímulo para sus manifestaciones intelectuales o artísticas. Su facultad creadora intelectual, su genio sería una planta que languidecería en el desierto por falta de agua y humedad, por falta de alimento. Estos seres intelectuales ya no tienen, por consiguiente, una psique para la que el matrimonio ortodoxo, sujeto a la ley de Moisés, puede ser lo más importante o primario. En todo caso, habría que considerar su habilidad o talento intelectual, artístico, su genio como una anormalidad, un mal que socava su facultad normal de matrimonio o apareamiento, o sea, un mal que tendría que combatirse en sumo grado. ¿Pero puede la humanidad permitírselo?


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