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(1591-1938) 
 
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«La zona de los matrimonios felices»  1823. Como hemos visto, el enamoramiento o amor a la persona amada no es tan puro y desinteresado como inicialmente puede parecer. Si encuentra eco en la persona amada y la persona enamorada es amada plenamente, de modo que se convierte en lo que la parte contraria desea más ardientemente, la relación es perfecta. Entonces los dos seres ya se han convertido por naturaleza en un matrimonio, tengan o no la bendición de las autoridades eclesiásticas o civiles. Y mientras esta relación tenga actualidad no se necesita ninguna otra autoridad para la vida común, de hecho, no hay ninguna autoridad que sea mayor que, precisamente, el enamoramiento o amor de apareamiento mutuo. Aquí hay las condiciones psíquicas perfectas para que continúe la reproducción de la especie, la formación e instrucción de la descendencia. Este estado de apareamiento perfecto es corriente en los animales muy evolucionados. No tienen ninguna autoridad ni ningún sistema jurídico para apoyar su relación. No necesitan ningún certificado de matrimonio ni ninguna confirmación legal como garantía de que quieren cumplir sus obligaciones. Con estos seres nos encontramos en la verdadera esfera matrimonial y podemos denominarla «zona de los matrimonios felices». Aquí se vive el cielo en la Tierra.


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