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(1591-1938) 
 
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«El amor desdichado» es la mejor prueba de que un enamoramiento o un amor de apareamiento no es amor verdadero  1820. Por consiguiente, «el amor desdichado» no es, en realidad ningún amor desdichado, porque el amor nunca puede ser desdichado. Nunca busca lo suyo y, por lo tanto, quien ama nunca puede sufrir decepciones. «El amor desdichado» sólo es, al contrario, un hambre insatisfecha de amor erótico o de apareamiento. Y la antipatía a la que da lugar es análoga a la antipatía, indignación, odio o ira que otras formas de hambre o condiciones de vida no satisfechas originan contra quien o quienes son los supuestos culpables de la desgracia. Esto es una manifestación del instinto de conservación. Son detalles de la lucha por la vida. Tales manifestaciones son las mejores pruebas de que el enamoramiento no es amor, porque este último estado mental carece totalmente de exigencias para su propia existencia. No está condicionada por el hecho de que otros tengan que sentir la misma simpatía o amor correspondido. Es precisamente por esto que este estado de conciencia es el único y, por consiguiente, el mayor factor de la vida del universo. Por lo tanto, lo único que puede hacer que cese la guerra o la oscuridad mental de la existencia es que el ser sea poseído y cubierto por la sombra de este haz de luz mental. El amor es en sí mismo la paz eterna y permanente, de la que la humanidad terrena ahora tiene cada vez más hambre y más sed y el sentimiento de que es una condición de vida.


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