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(1591-1938) 
 
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El camino a la iniciación o «el gran nacimiento»  1808. De acuerdo con el detallado conocimiento que se nos ha dado a través de las amplias explicaciones de «Livets Bog» sobre el hombre terreno, sabemos que esta función orgánica del amor al prójimo, este importante fenómeno fuera de la zona del proceso de la procreación o reproducción ya hace tiempo que ha aparecido en el hombre terreno, de hecho, este fenómeno es en realidad lo que diferencia al «hombre» del animal y hace que al «animal» se le de el atributo de hombre. Quien verdaderamente quiera alcanzar la iniciación o el gran nacimiento, quien verdaderamente quiera familiarizarse con la solución del misterio de la vida y alcanzar claridad cósmica sobre el misterio de su propio yo tiene que comprender que el camino hasta aquí va, inevitablemente, a través del reconocimiento de lo que está y no está acabado, de lo que es animal en su propia persona y, por consiguiente, perecerá en su conciencia, y de lo que en esta conciencia es «humano» y, por lo tanto, permanecerá o continuará. Si su predilección por los fenómenos de la naturaleza animal en su conciencia todavía tiene una fuerza tal que le es imposible poderlos reconocer como algo que tiene que perecer, como algo que pertenece a un mundo inferior y que, necesariamente, tiene que dejar atrás o de lo que tiene que desenvolverse, su vivencia de estos fenómenos todavía no está acabada. Este estado inacabado de su conciencia se dejará sentir como una antipatía más o menos acentuada hacia seres en los que estos fenómenos humanos están más o menos activados, y contra cada acentuación de dichos fenómenos como signo o expresión de una evolución más avanzada o un estadio moral más elevado. Esta antipatía puede incluso crecer convirtiéndose en odio y persecución.


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