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(1591-1938) 
 
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Lo que revela que el estado sexual unipolar del hombre terreno y la consiguiente actitud egoísta hacia el prójimo sólo es algo transitorio  1798. Pero cuando el citado ciclo es un hecho, también se convierte en un hecho que este ciclo tiene, así mismo, que tener sus estaciones del año al igual que otros ciclos de la existencia. Con ello también es un hecho inconmovible que la mentalidad humana terrena actual, con su actitud sexual y concepto de la vida, con su despliegue de simpatía y actitud para con el prójimo y el consiguiente estado de experimentación de la vida, sólo es algo transitorio. Está por consiguiente sufriendo un cambio. Y si seguimos esta vía de experiencias que la humanidad hace en la vida, es fácil ver que constituye la estación del «invierno» y que no se dirige a ningún «otoño», sino que la evolución lleva hacia una «primavera» del ciclo de espiral. Entre los seres se está desarrollando un despliegue de simpatía, mayor que la vigente hasta el momento, que genera la añoranza de una paz duradera. Si miramos para atrás, encontramos las energías de la zona de otoño de la evolución o del ciclo. Aquí no hay una paz permanente entre los seres, cosa que es el gran deseo general entre los hombres. Aquí lo que se desea vivamente es que a uno se le permita alcanzar el Valhala, la gran morada de los dioses, el gran paraíso para todos los héroes que mataron y fueron muertos. Pero este favor era imposible para los hombres que morían de una forma natural por vejez. Para entrar allí uno tenía que matar y ser muerto. Tenía que ser un genio en fuerza y asesinato, de modo que verdaderamente pudiera someter a otros seres, hacer de ellos sus esclavos y siervos. Estos eran los más elevados ideales de dioses en una época ahora casi desaparecida. ¿Puede imaginarse un cumplimiento o satisfacción mayor de este estado de vida que el cataclismo, que más tarde iba a dominar el mundo como la zona de invierno de la vida? ¿Ha sido la facultad de asesinar, matar, torturar y someter a su prójimo alguna vez mayor que, precisamente, en la época actual? ¿No ha alcanzado aquí la cima de su culminación? ¿Qué significa un guerrero furioso del pasado, un vikingo o saqueador con su lanza y su coraza junto al moderno transportador de la bomba atómica, que desde su vuelo por encima de las nubes puede desencadenar las fuerzas de la naturaleza y provocar terremotos y la destrucción física total de ciudades y millones de seres vivos en una fracción de segundo? ¿Acaso no se ha sobrepasado o se ha dejado atrás al propio Odín y Thor? ¿No creen que su posición esté en peligro? ¿No habrá directamente revolución en el Valhala cuando estos asesinos de hombres o aniquiladores de pueblos del siglo veinte hagan su entrada en la sangrienta morada de los dioses? Las valquirias darán seguramente la espalda a los viejos dioses, fascinadas por el fabuloso genio de los nuevos dioses. ¿No se postrarán incluso los viejos dioses en tierra ante el moderno dominador de los elementos y señor de la vida y muerte de millones de hombres, ante este destructor de los pueblos y las culturas? Es cierto, el invierno mortífero siguió al dominio del otoño, de manera tan cierta como la noche sigue a la tarde, la mañana a la medianoche y el mediodía a la mañana en el ciclo del día.


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