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(1591-1938) 
 
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Lo que muestra que la mentalidad de la humanidad terrena está sometida a las leyes del ciclo  1797. Pero incluso en el más duro invierno dentro del ciclo del año hay un mantenimiento tan grande de la vida, que ésta puede sobrevivir la fría estación del año y puede de nuevo, cuando el incipiente sol de la primavera calienta e ilumina de nuevo los campos, comenzar a desplegar un estado de experimentación de la vida más rico y mayor. Así sucede también con el ciclo de la espiral de los seres que también tienen sus estaciones del año (véase el símbolo n.º 10 en «Livets Bog 3»). Que la experimentación de la vida por parte del ser es en sí misma rítmica y manifiesta un ciclo, del mismo modo que todas las otras clases de energía de la existencia, es un hecho por medio de la circunstancia de que podemos seguir el ritmo de la vida o ciclo de los seres vivos. Los hombres terrenos pueden, precisamente, comenzar a distinguir entre el presunto «mal» y el presunto «bien», no sólo en su propia psique o mentalidad, sino también en la evolución de esta mentalidad. Que en resumidas cuentas haya evolución, convierte, precisamente, en un hecho inalterable que hay movimiento. El movimiento nunca puede, a su vez, existir bajo ninguna forma de estado autónomo sin formar un ciclo. Es con respecto a esto que los profetas y los sabios pudieron decir: «Mientras el mundo dure, no dejarán jamás de sucederse la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, la noche y el día». Es por esto que el agua es alternativamente cenagal y agua cristalina, atmósfera turbia y cielo claro, aire incoloro y amanecer y atardecer teñidos de rojo. ¿No es, acaso, también debido a esto que tanto el hombre terreno como los otros seres vivos de la Tierra tienen que mostrar unos estadios: infancia, juventud, edad madura y vejez? Y si contemplamos la vía evolutiva de los seres vivos, es fácil ver que muestra una zona de frío y una zona de calor mental. ¿No hay, precisamente, dos grandes objetos para la percepción del hombre terreno? ¿No tiene este hombre una incipiente antipatía hacia el frío mental y una incipiente simpatía hacia el calor mental? ¿No es una verdadera paz en la Tierra el objeto general e inquebrantable del actual deseo y anhelo de la humanidad terrena? ¿No trabajan todos los grupos políticos y religiosos en dirección a lo que ellos mismos opinan que puede estimular esta paz o creación de un nivel físico y espiritual más elevado, que pueda estimular una venidera edad de oro o un paraíso en la Tierra? Que en su empeño a veces tengan opiniones totalmente contrarias e inicien una lucha no cambia el hecho de que lo que desean crear es una forma superior de experimentación de la vida, una existencia terrena mejorada, en la que la guerra tendría que ser imposible. De hecho, el ciclo de la mentalidad no se puede ignorar.


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