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(1591-1938) 
 
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La estación fría del año y el frío invernal de la experimentación de la vida o ciclo de espiral  1796. Lo más general en nuestra zona de evolución terrena es que los seres vivos sean unipolares y aparezcan como «seres de sexo masculino» y «seres de sexo femenino». Ya hace tiempo que aquí, en «Livets Bog», nos hemos detenido en el hecho de cómo este estado sexual crea celos y sensación de derecho de propiedad. Hemos visto cómo crea antipatía hacia los seres del propio sexo, debido a la rivalidad por seres del sexo contrario, en la que necesariamente tienen que encontrarse. Así mismo, estamos de acuerdo en que su estado mental es la fuente de todo el resto de presunto mal en el mundo y del consiguiente destino desdichado de los seres, que culmina en el cataclismo que actualmente tiene lugar en la Tierra como «la guerra de todos contra todos». Este estado unipolar también crea la insensibilidad para con otros seres, que es el fundamento de una forma de vida cuya existencia sólo puede mantenerse por medio del principio matar. Los seres tienen, por consiguiente, que matar para vivir. De este modo, toda la existencia o forma de vida que produce la estructura sexual unipolar da lugar, en todas partes, a antipatía o frío mental hacia el exterior, hacia seres y hacia todo aquello del entorno que no favorece su satisfacción sexual ni la propagación y protección de su especie, además de su actitud mortífera hacia la especie de seres cuyos organismos exige como alimento para el mantenimiento de su existencia. Se comprende que aquí no hay lugar para ninguna forma de amor al prójimo. Aquí el mantenimiento de la vida, debido a que se basa necesariamente en «la persecución de todos los seres por todos», es tan inmensamente difícil que de ningún modo puede haber lugar para otra cosa que pensamientos sobre la protección de esta forma de vida perseguida, en mayor o menor grado, por todos los otros seres. A esto hay que añadir su propia persecución de otros seres, en parte para poder consumir sus cuerpos como alimento y en parte para proteger su derecho de propiedad ante seres de sexo contrario, lo que en realidad sólo es una protección de su acceso a una satisfacción sexual y a la propagación de su especie y a la supervivencia que tiene lugar a través de esto. Por consiguiente, aquí nos encontramos ante la fría estación del año y el frío invernal del ciclo de los estados de la conciencia, de la mentalidad o de la experimentación de la vida.


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