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(1591-1938) 
 
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Porqué el ser vivo es inmortal  1794. A estas zonas ya las conocemos y sabemos que el conjunto de la experimentación de la vida, desde la culminación de la oscuridad hasta la culminación de la luz, constituye seis. Y que estas seis zonas crean, precisamente, el ciclo perfecto, es decir, el camino de la vida del individuo desde la culminación de la luz, a través de la culminación de la oscuridad y de nuevo hacia la culminación de la luz, y así continuando. No existe otra forma de experimentación de la vida que ésta, porque entonces estaría fuera del uno o del otro de los dos principios del contraste, y tendría lugar la quietud total, es decir, el cese total de percepción o experimentación de la vida. ¿Qué iba entonces a poner de nuevo la vida en marcha? La muerte absoluta tendría que dominar en forma de una eterna no manifestación. «El algo divino» eternamente existente sólo podría existir totalmente sin conciencia, sin pensamiento, sin voluntad y sin movimiento. Ningún color, ninguna luz, ninguna oscuridad, pero una «nada» total dominaría lo que hoy llamamos experimentación de la vida. Por lo tanto, en la culminación de la oscuridad sigue existiendo en la psique o conciencia del ser la luz necesaria para que pueda continuar avanzando en el ciclo hasta la culminación de la luz, del mismo modo que en la culminación de la luz hay en la psique del mismo ser la oscuridad necesaria para que pueda continuar el ciclo hasta la culminación del contraste a esta luz. Por consiguiente, la vida no puede morir o cesar. Ha existido eternamente y seguirá existiendo eternamente. Esta existencia eterna se mantiene, de este modo, en virtud de que este principio eterno del ciclo transforma las experiencias del ser desde un estado latente o de despliegue mínimo hasta una culminación o despliegue máximo, y desde este estado de nuevo hacia un despliegue mínimo y otra vez hasta un despliegue máximo, y así continuando toda la eternidad.


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