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(1591-1938) 
 
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Porqué la sexualidad del hombre terreno está sometida al proceso de transformación del ciclo  1785. Pero, ¿de dónde tiene que venir este calor de verano mental? De hecho, ¿de dónde vienen el invierno y el verano físicos? Vienen del principio del ciclo que lo determina todo. ¿No es, entonces, razonable que el mismo principio a nivel psíquico o mental también tenga que venir del ciclo? ¿No existen, precisamente, las mismas leyes y principios en todas partes, tanto sobre materias psíquicas o mentales como físicas? Pero, ¿cómo es dirigido, entonces, el ciclo, y dónde tiene este principio su sede o residencia? ¿No se nos ha dado acaso aquí, por medio de los análisis de «Livets Bog», tanto conocimiento sobre el misterio de la vida que sabemos que este principio que lo dirige todo sólo puede tener su sede en «el Algo» del universo o cosmos existente, que en un ser vivo se llama «X2» o «supraconciencia»? ¿No es, precisamente a partir de dicha obra, un hecho para el investigador evolucionado o estudiante de la vida que el ciclo es un principio de transformación que lleva la experiencia alternativa de los contrastes luz y oscuridad a la manifestación que constituye la vida? ¿No es este principio del ciclo, que reside en la supraconciencia y en la consiguiente estructura orgánica de cada ser vivo, lo que origina la infancia, la juventud, la edad adulta y la vejez, así como el invierno, la primavera, el verano, el otoño y la medianoche, la mañana, el mediodía y la tarde? ¿No es, acaso, el mismo principio el que por todas partes dirige la transformación de la materia, lleva el agua a formar alternativamente agua de cloaca y aire cristalino, cielo azul con nubes blancas, crepúsculo matutino y arrebol de atardecer, y luego la lleva de nuevo a formar agua de cloaca, para de nuevo ascender a la existencia brillante y soleada, y así sucesivamente? Cuando todas las materias están así sometidas a este principio eterno del ciclo, que condiciona su aparición como alternativamente un cenagal y un cielo claro, como objetos de utilidad y basura, como pura fruta y abono, etc., es muy natural que las energías mentales estén sometidas al mismo principio y tengan que mostrar los mismos fenómenos en forma mental. ¿Por qué no íbamos a poder ver los mismos fenómenos en el ámbito mental? No se puede prescindir del principio del contraste en ningún lugar. Sin este principio sería imposible toda forma de experimentación. Cuando vemos a hombres que son ladrones, estafadores, asesinos, sádicos o, de otra manera, seres perversos o que se manifiestan como alcohólicos, fumadores, morfinómanos o se han entregado a otras formas de vicios destructores y son personas débiles y desamparadas, cadáveres vivos, enfermos mentales o débiles mentales, y cuando vemos su contrario, tal como personas con grandes cualidades humanas o defensores de la justicia, grandes artistas, seres nobles, sinceros y fieles con los más altos ideales y virtudes, grandes genios en saber y conocimiento, etc. ¿no se trata, entonces, del mismo principio, de lo mismo que ya hemos visto en la aparición de la materia en su alternativa transformación a partir del agua de cloaca? Del mismo modo que las materias no pueden ser iguales, sino que muestran diversos estadios del ciclo entre luz y oscuridad, entre calor y frío, las materias mentales también tienen que mostrar los estadios del mismo ciclo que representan. Por consiguiente, tiene que haber clases de pensamientos e ideas, actos o manifestaciones de voluntad que tienen que representar el agua de cloaca, el barro, la suciedad, la basura, el abono, etc. Tiene que haber clases de pensamientos o fenómenos mentales que representen el frío o el hielo mortífero del invierno, del mismo modo que tiene que haber fenómenos mentales que representen lo contrario, fenómenos que tienen que dar calor, que tienen que ser inspiradores o vivificadores. Tiene que haber fenómenos mentales, pensamientos y actos que sean resplandecientes manifestaciones del verano y, entre otras cosas, constituyan frutas maduras, comestibles y, con ello, sean el mayor contraste al abono por el que han sido estimuladas, y a cuyo estado tienen necesariamente que volver. Que la sexualidad de los hombres terrenos, el acto de apareamiento animal tampoco puede ser algo que existe fuera del principio del ciclo, que todo lo abarca, tendría evidentemente que ser lógico.


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