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(1591-1938) 
 
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El ser totalmente de sexo masculino o de sexo femenino sólo puede mantener su existencia por medio del egoísmo, la matanza y el asesinato  1781. En la zona física, donde el hombre terreno común vive en la propia zona de la culminación de la oscuridad, o donde el contraste oscuridad en relación con el contraste luz lo domina todo, por lo cual hay día de juicio final, cataclismo, infierno con «guerra de todos contra todos», muerte en las cámaras de gas, ejecuciones, sadismo, tortura, persecución, enfermedades y enfermedades mentales, etc., los seres sólo conocen los dos principios o polos en una estructura o constelación mutua que forma a los seres vivos como «de sexo masculino» y «de sexo femenino». El ser totalmente «de sexo masculino» y «de sexo femenino» representa exactamente la constelación mutua de dichos polos que forma la base del ciclo de espiral y, con ello, del estado de oscuridad, del cataclismo o infierno de la vida. Como esta zona es aquella en la que el individuo prácticamente es no consciente cósmicamente (sólo puede percibir cosas o fenómenos en las dimensiones de espacio y tiempo que pueden pesarse y medirse) puede ser considerado como un ser cósmicamente muerto. Representa la muerte o falta de conciencia cósmica que, precisamente, tenía que ser la consecuencia del «disfrute del árbol de la ciencia». El hombre terreno, en su estado materialista de incredulidad o negación del espíritu, representa, de este modo, el frío invernal del ciclo, su contraste u oposición al amor. Su disposición para la simpatía sólo abarca el instinto de reproducción y es, por consiguiente, una parte del instinto de conservación. En su estado más elevado, esta forma de simpatía sólo puede llevar al individuo a servirse a sí mismo e igualmente a dejarse servir o a vivir a costa de otros. Da lugar a una resistencia o sabotaje contra el propio tono básico del universo o de la vida. Si un ser así tiene que mantener su vida en la forma que para él significa felicidad, esto sólo puede tener lugar a costa de otros seres vivos. En el peor de los casos, tiene que matar para vivir. De hecho, su alimento es incluso el organismo, la carne y la sangre de otros seres. Un mayor sabotaje de la vida y, con ello, de la paz y felicidad de los seres no puede desencadenarse.


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