Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1591-1938) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

El principio del hambre y la saciedad es el fundamento del ciclo de espiral y hace que todo tenga que estar sujeto a una transformación  1777. Esta hambre es, por lo tanto, algo que surge en el interior del ser, en su conciencia como una consecuencia de su experiencia del principio de la oscuridad o invierno o zona de la noche del ciclo de espiral, de que se ha saciado hasta no poder más. Pero, ¿qué hace que pueda, en realidad, surgir una saciedad tal? Probablemente se responderá que se da la circunstancia de que cuando, por ejemplo, el estómago está lleno de comida, no se puede comer más antes de que esta comida esté digerida, y es, naturalmente, correcto que el mismo principio también esté, de cierta manera, presente aquí, pero esto no es toda la respuesta a la pregunta. La saciedad es un principio más amplio que un simple principio de llenado. Es cierto que el hambre de alimentos puede satisfacerse ingiriendo comida, es decir, llenando el estómago, pero si el individuo sigue comiendo el mismo plato cada vez que tiene hambre, finalmente este plato le producirá desgana y aburrimiento, es más, sentirá directamente asco y repugnancia por él. Que originariamente era su plato favorito no cambia el principio, esta saciedad y este asco harán inevitablemente su entrada. Y con este asco por dicho plato surge un inquebrantable deseo o anhelo de un cambio de dieta o de otro plato. Y entonces la misma historia puede empezar de nuevo, hasta que ante tal plato no sólo surjan la saciedad y el asco agudos, sino también la saciedad y el asco crónicos, y el anhelo de nuevos platos sea otra vez el dominante. Por lo tanto, aquí se revela un principio que da lugar a otra forma de saciedad que la saciedad aguda o pasajera, a saber, la duradera o crónica. Esta saciedad crónica manifiesta un principio que no sólo condiciona que el individuo no pueda permanecer durante toda la eternidad junto al mismo plato o dieta, sino que también condiciona que el individuo en ninguna otra circunstancia de la vida cotidiana pueda permanecer en la misma esfera, en la misma forma de experimentar la vida. Paulatinamente todo tiene que volverse anticuado, todo tiene que estar pasado de moda, tiene que dejarse en beneficio de nuevas formas de experimentar y nuevas esferas de pensamiento. Cada transformación de forma de vida, cada transformación de la estructura corporal, la aparición de los seres en nuevas especies o razas, la transformación de los seres de animal en hombre o, en resumidas cuentas, el proceso de transformación que llamamos evolución es, así, estimulado exclusivamente por este principio del hambre y la saciedad, que es la base de todo.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.