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| La relación de los hombres terrenos con el goce y la saciedad del «árbol de la ciencia» y del «árbol de la vida» | 1776. El ser vivo terreno es un ser en cuyo interior originariamente había un deseo ardiente de materialismo e imperfección, o sea, un deseo de todo lo contrario a la forma de felicidad, paz y alegría que aquí, en la oscuridad, hace tiempo ha comenzado a ser un objeto del anhelo de aquellos hombres terrenos que han avanzado en su evolución y están saciados de oscuridad. Hemos visto que el anhelo de oscuridad se ha simbolizado y explicado por medio de los relatos de la Biblia sobre Adán y Eva que originariamente vivían en la luz, o sea, en la región de la luz de un ciclo anterior de la espiral, pero sólo podían encontrar gozo en los frutos del «árbol de la ciencia». Estaban, por lo tanto, saciados de los frutos del «árbol de la vida». En caso contrario, los frutos del «árbol de la ciencia» no habrían podido convertirse en un goce para Adán y Eva. Con este goce o esta satisfacción de los deseos, el ser vivo deja la esfera de la región de la luz, pasa por su otoño y entra en su zona de invierno o en la zona en la que encontramos a los animales y a los hombres terrenos materialistas, asesinos y homicidas. En esta zona que una vez fue la zona ideal con su «Valhala» y sus dioses vengativos y asesinos, su moral asesina y guerrera, y que ahora culmina como la moderna «guerra de todos contra todos», o el cataclismo que en la actualidad atormenta a los hombres de la Tierra y envuelve su atmósfera en un estertor de muerte, sangre y lágrimas, surge en el interior del ser la saciedad de la oscuridad, «el haber dormido suficientemente» que convierte en un goce despertar por «la mañana», la aversión ante el despliegue del principio mortífero, el hambre profunda y crónica de armonía y paz que, en realidad, es lo mismo que hambre de amor. |
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