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(1591-1938) 
 
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Lo que sucederá cuando la ciencia del espíritu sea igual de reconocida que la ciencia materialista  1769. A medida que este hecho se convierta en ciencia oficialmente reconocida, del mismo modo que el conocimiento de las reacciones especiales de las sustancias materiales se ha convertido en una ciencia reconocida, las tribulaciones y sufrimientos de la humanidad terrena, su «cataclismo», «infierno» o la permanente «guerra de todos contra todos» llegarán muy rápidamente a su fin. Lo más rápidamente posible se tomarán todas las disposiciones materiales y psíquicas imaginables que puedan llevar esta ciencia salvadora o liberadora al conocimiento de todos, que puedan hacer que sea posesión de todos, tal como ahora se trata de poner a todos en condiciones de leer, escribir y calcular por medio de escuelas y centros de enseñanza, de ponerlos en condiciones de colaborar en todas las creaciones materiales, técnicas y químicas. Entonces se comprenderá que, como mínimo, es igual de importante darles a todos conocimiento con respecto al saber y a las habilidades anímicas y, con ello, a la perfección del pensamiento y el modo de ser, que introducirlos en las habilidades artesanales, científicas y artísticas de tipo material. ¿De qué sirve ser un gran artista, científico, artesano u hombre de negocios, cuando en estado puramente anímico se es inválido y se está azotado por la melancolía, el enojo, el veneno y la ponzoña contra todo el mundo o se vive en estado permanente de rivalidad con respecto a saber y habilidades o para conseguir el favor de otra persona, de la sociedad, la simpatía o admiración de sus semejantes? ¿De qué sirve que en la vida casi se pueda aventajar a todos los demás en conocimiento y habilidades de tipo materialista, cuando la propia alma es torturada o atormentada por el descontento hasta el hastío de la vida y el suicidio? ¿De qué sirve estar en la misma posición con respecto al genio en creación material, cuando se está lleno de amor no correspondido u otras formas de perturbaciones mentales y anímicas hasta una crisis nerviosa y otras formas de miseria psíquica o anímicas derivadas de ella? ¿No es, precisamente, una miseria así la que sufre tanto el conjunto de la humanidad como el individuo concreto? ¿No tiene la sociedad un conocimiento y unas habilidades enormes? ¿No están representadas por individuos extraordinariamente geniales en conocimiento y habilidades de tipo material, técnicas y químicas, y sin embargo esta misma humanidad culmina en la experiencia del «infierno», «cataclismo» o «día de juicio final»? ¿Podría, acaso, tener lugar este sufrimiento si los seres tuvieran la misma actitud científica y de gran conocimiento sobre las fuerzas psíquicas o anímicas como tienen sobre las fuerzas, materias o energías materiales o físicas?


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