Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1591-1938) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

La psique animal es estimulada por el hombre terreno en el mismo grado que éste es sexualmente unipolar, que es «hombre» o «mujer» en su forma más pura  1746. Como vemos, el desdichado estado de sufrimiento mental y físico que, en muy alto grado, domina a la humanidad es el resultado de una naturaleza «animal» todavía floreciente en el hombre terreno. Es importante darse cuenta aquí de que cada uno de los individuos en quien más florece o prospera la naturaleza «animal» es, por decirlo así, lo que se denomina un «hombre» o una «mujer» en su forma más pura o, en otras palabras, «hombres» en los que el polo masculino es muy dominante, y «mujeres» en las que el polo femenino es, del mismo modo, muy dominante. Estos «hombres» constituyen, por consiguiente, los seres especialmente «de sexo masculino» más destacados, y estas «mujeres» los seres más especialmente «de sexo femenino» de la humanidad terrena. Por esto, debido a su insaciabilidad «animal», también vemos a estos seres aparecer con una enorme tendencia a los celos y la envidia. Son los seres de la humanidad terrena que sienten en gran medida que tienen derecho de propiedad sobre su pareja. Y que se cuide aquel que intente tocar al objeto de este derecho de propiedad, incluso con una pequeña sonrisa o una mirada. No tardará en experimentar que estos seres vigilan celosamente y llenos de odio a todos los seres de su propio sexo, para que no tengan de ninguna manera la ocasión de competir mostrando amabilidad o favores hacia seres del sexo contrario. En ninguna capa o estadio de conciencia de la mentalidad o psique humana terrena hay tanta materia de pensamiento explosiva o energía del peso ardiendo sin control que, precisamente, en estos «hombres» y «mujeres», que se encuentran lo más cerca posible de la forma más pura de «estado de sexo masculino» o «de sexo femenino». Individuos formando parte de esta capa de conciencia que, en virtud de su facultad de vencer y pisotear desconsideradamente a otros seres, de su facultad de constituirse en señores y dictadores sobre todo y todos, son los que a veces son admirados y alabados en películas, novelas y obras de teatro como héroes y denominados «hombres de verdad». Y esta expresión es, en realidad, más acertada de lo que la mayor parte cree, puesto que un ser así representa, claro está, en gran medida el estadio de «verdadero ser masculino». Que la correspondiente «mujer de verdad» tiene que ser una persona que en sumo grado puede admirar el pisotear y la esclavización de otros hombres por el «hombre de verdad» y considerarlo como un acto heroico, es más, que directamente no puede admirar a este ser sin que, precisamente, se haya adjudicado la gloria de héroe a base de degradar y oprimir a otros hombres, es algo natural. Pero para que pueda admirar a una psique así tiene que tratarse de un ser especialmente «de sexo femenino», del mismo modo que su héroe es un ser especialmente «de sexo masculino». Al igual que él, tiene que detestar a su propio sexo. Tiene que tener la misma ansia de poder y obsesión de poseer que él, porque de lo contrario no podría admirar sus manifestaciones como «actos heroicos». No se admira en los otros aquello de lo que uno esta harto hasta sentir aversión. «La mujer de verdad» sólo puede, por consiguiente, ser una mujer que admira en muy alto grado a dichos «hombres de verdad».


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.