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(1591-1938) 
 
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Porqué los seres unipolares acentuadamente masculinos y femeninos alimentan odio contra la evolución de las altas disposiciones a la simpatía en el hombre  1742. Así vemos que esta inmensa y sobredimensionada necesidad sexual crea grandes conflictos y confusiones en la psique del hombre terreno y, con ello, una confusión correspondiente en su modo de percibir la moral sexual. Al mismo tiempo que se aprende que el más alto ideal o el mayor cumplimiento de la ley de la vida es: «amarás a tu prójimo como a ti mismo», y esto es predicado alrededor de todo el mundo, desde miles de púlpitos autorizados y no autorizados, se alimenta una excesiva antipatía o necesidad de perseguir y calumniar las nuevas tendencias y fuerzas de la mentalidad humana que, precisamente, son el resultado de una evolución en dirección a una expansión creciente de la disposición humana a la simpatía. Que esta antipatía hacia una mayor o más alta evolución de la simpatía entre los seres, independiente de los dos sexos habituales, esté en gran medida presente en seres masculinos y femeninos muy robustos y primitivos es comprensible.¿ Cómo podrían unos seres así, en los que la facultad para la simpatía animal, estimulada por el sexo masculino y el sexo femenino, todavía casi se encuentra en su forma más pura, y cuya facultad para la simpatía aún no ha ido, por consiguiente, más allá del estadio del más elevado culto a sí mismos, comprender o percibir una forma así de simpatía de otro modo que como demoledora de la vida o perjudicial? Y desde su estadio o etapa, y en relación con su propia estructura orgánica, tienen razón. Esta forma de simpatía destruye el rudo principio «masculino» y «femenino» que crea odio y rivalidad sobre la posesión del sexo contrario; esta lucha es el tronco del que todas las otras luchas sobre poder o derecho de propiedad son las ramas. Esta lucha sexual o antipatía hacia seres del propio sexo, nacida de la unipolaridad, es la raíz de todo el mal en el mundo.


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