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(1591-1938) 
 
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La humanidad ha malentendido su propia evolución orgánica superior y la persigue  1736. Quien quiera llegar verdaderamente al fondo de la ciencia del amor y, por lo tanto, del principio sexual o fuego supremo tiene ahora que alzarse por encima de las usuales tradiciones e ideas milenarias con respecto a dicho principio o fuego supremo. Y hay que reconocer que no se trata de nada fácil. Ningún factor de la conciencia, nada en absoluto de la psique humana está tan infiltrado, oculto y camuflado en el atolladero de la superstición y los malentendidos como, precisamente, esa rama del fuego supremo que se manifiesta a través de la sexualidad o disposición a la simpatía del hombre terreno. El gran proceso de evolución o transformación, que los milenios han traído consigo con respecto a esta función orgánica, ha sido malentendido y perseguido en un grado tan alto como en alguna manera es posible, y con el resultado de que la humanidad de hoy ignora totalmente esta función orgánica, la más suprema y primordial para ella. Y lo que es peor, un tanto por ciento muy grande de los individuos de la humanidad terrena se han encenagado en anomalías sexuales de tipos muy diversos, aparte de las numerosas relaciones desdichadas, la humillación, la vergüenza, la deshonra y el suicidio, que son una consecuencia de la estupidez o superstición ilimitada de que el lado sexual orgánico del hombre es algo humillante, algo deshonroso, algo que uno no puede permitirse mencionar, aunque los efectos de este principio orgánico estén ocultos tras el pensamiento o la conciencia de todos los seres normales, maduros sexualmente. A lo largo de milenios, debido a que las religiones y el clero también han considerado pecaminoso ocuparse del mencionado problema, se ha convertido en un misterio que, como ya hemos dicho, estaba en el pensamiento o conciencia de todos sin estar permitido que pasase a un habla y un interés abierto. Pero como era un instinto que era imposible detener, por mucho que se hiciese el esfuerzo de vivir en el celibato y la ascesis, o por mucho que se considerase pecaminoso tener pensamientos sexuales en su cerebro, tenía que encontrar salida por otros caminos que los naturales. Y la esfera de la humanidad terrena se convirtió en gran medida en una zona para el desarrollo de psicópatas, sadistas, asesinos sádicos, pirómanos y otras formas de aberraciones en la evolución sexual. La vida sexual es hoy un misterio mayor que nunca. Es una infiltración de ideas, fruto de la fantasía, sobre pecado, impiedad, deshonra y vergüenza, aparte de que la disposición para la simpatía también se ha convertido en prostitución. La actividad más hermosa y noble de la vida llevada a cabo por unos órganos, la función de acariciar, se ha convertido en una mercancía. La Sodoma, que se deseó combatir con fuerza, violencia y pena de muerte, culmina o florece hoy más que nunca en el mundo.


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