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(1591-1938) 
 
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La humanidad no puede esperar una verdadera paz mundial mientras sea una unidad que sólo esté formada por «células de guerra»  1733. Tendría que ser evidente que ha llegado el momento de que cada hombre moderno que piensa y es intelectual comience a comprender que la paz mundial no es nada que se cree fuera de su propio interior en virtud de los políticos mundiales, de modo que él sólo necesite sentarse y esperar a que estos seres un día hayan solucionado el problema. Hay que aconsejar firmemente a un ser así que rechace este modo de ver su propia situación, que le engaña con falsas apariencias. Tiene que comprender que la auténtica paz verdadera es algo que sólo puede crearse en el propio interior de uno mismo. En el mismo grado que este interior ha sido limpiado de tendencias animales, es decir, de principios egoístas, el ser se ha convertido en una célula de la paz mundial. La paz mundial es, precisamente, una unidad que únicamente puede construirse y mantenerse por células cuya mentalidad o interior es paz absoluta, altruismo o amor al prójimo. La humanidad no puede esperar ninguna paz verdaderamente absoluta mientras sea una unidad formada por células (individuos) que en sí mismos son más o menos «células de guerra» y, de modo correspondiente, son centros de discordia, perseguidores de la felicidad general y salud normal de su prójimo. Tales células son «células de la selva». Una totalidad, en la que estos seres son células, sólo puede llegar a ser o ser una «esfera de la selva» o la culminación de los principios animales que se han denominado «infierno», «día de juicio final» o «cataclismo» y que, de modo especial, se desencadenan en la época actual.
      La paz que puede crearse manteniendo el orden público con el cuerpo de policía y una justicia muy desarrollada sobre estados e individuos, no es en realidad paz. Sólo es una especie de disciplina, una especie de amaestramiento. Por consiguiente, sólo se experimenta como una opresión, como una privación de libertad mientras la mentalidad del ser sólo está animada por los deseos egoístas o animales que el cuerpo de policía y la justicia tienen, precisamente, como objetivo exterminar o impedir con su trabajo y actividad. Inevitablemente, la naturaleza pacífica, altruista del ser hará totalmente superfluas tanto todas las leyes jurídicas y cualquier cuerpo de policía como la guerra y el militarismo. La paz mundial sólo puede ser creada por individuos que estén limpios de tendencias egoístas, es decir, seres que únicamente estén animados por la manera de ver de que «cada cual piensa en su prójimo». ¿Cómo podría crearse la paz con otra manera de ver? La manera de ver animal de que «cada cual piensa en sí mismo» es la dominante, la que a través de sus tradiciones milenarias ha convertido en una realidad llena de vida el hecho de que sólo puede desencadenar discordia, guerra y persecución. En virtud de esta actitud, los seres tienen siempre que temer a los seres. Pero, los seres que se temen o tienen miedo los unos de los otros, ¿cómo van a poder crear una paz mutua?


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