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(1591-1938) 
 
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Lo que se oculta tras el concepto «la creación de Eva»  1709. De un ser sexualmente bipolar, de un ser sobrenatural o celestial fuera del «estado de sexo masculino» y «de sexo femenino», de un ser que orgánicamente había sido creado para «amar a su prójimo» ahora Adán, con el cambio citado, comenzó bastante lentamente a convertirse en un ser que ya no podía amarlo todo y a todos, sino sólo algo que condicionaba especialmente la vida, algo que atrajo toda su atención, mientras todo lo que a su alrededor no se incluía en esto lo consideraba un inconveniente, un obstáculo para la existencia de su propia vida y, por consiguiente, tenía que combatirse. El Adán amoroso o ser celestial, que antes amaba a los seres vivos y les daba nombre y vivía con ellos en armonía y paradisíaca hermosura, se había convertido en un ser lleno de odio y perseguidor. Su vida se había convertido en un «disfrute del árbol de la ciencia» o en el modo de vivir que tenía que dar lugar a todas las formas existentes de destinos desdichados, pero que en cambio poco a poco iba a darle la facultad de conocer la diferencia entre «bien» y «mal». Este nuevo ser o este Adán transformado era el ser que en sentido absoluto se denomina con el concepto «Eva». Durante milenios se ha tenido la idea, que se había quedado como anquilosada, de que «Eva» expresaba simplemente a «la mujer» o ser de «sexo femenino», pero esta idea no cubre en absoluto el problema. Tras «la creación de Eva», «Adán» ya no seguía existiendo en su forma acostumbrada. Había perdido su «costilla», lo cual quiere decir la facultad de uno de sus polos sexuales. Se había convertido en un ser «unipolar», igual que «Eva». Para comprender esto totalmente hay que darse cuenta de que «Adán» no existía en el paraíso como el único ser de su clase. Del mismo modo que cada ser forma parte de un grupo, raza o especie, «Adán» también formaba parte de una raza o especie, constituida por miríadas de individuos. Estos individuos tenían la madurez suficiente para el proceso evolutivo que en la Biblia ha recibido el nombre de «creación de Eva». Habían llegado a un estadio de su ciclo de espiral cósmico en que la continuación de su existencia eterna sólo podía estimularse con la creación de una forma de vida o modo de ser totalmente nuevo, un modo de ser que tenía que ser lo contrario o un contraste total a lo que era su vida o forma de experimentar en el paraíso. Pero un modo de ser o una experimentación de la vida sólo puede basarse en órganos, dado que cualquier experimentación de la vida sólo puede existir como una función orgánica. «La creación de Eva» fue, por consiguiente, lo mismo que el paso del ser de una forma de vida a otra. Este paso consistió en la transformación de los órganos de la disposición para la simpatía del individuo. En la especie o raza que, en realidad, cubre el concepto «Adán», sucedió que en algunos seres el polo masculino se estancó, fue retenido en su evolución a favor del desarrollo del polo femenino que se convirtió en el factor que lo dominaba o lo decidía todo en la vida o conducta del ser. Un ser así se convirtió en un «ser de sexo femenino», que en su aparición más elevada culmina como el ser que denominamos «mujer» y, que debido a falta de conocimiento, ha sido percibido como «Eva». Pero el principio «mujer» o «sexo femenino» es imposible que cubra lo que está oculto o lo que sucedió en forma de «la creación de Eva». Si Adán hubiese seguido siendo el mismo ser, «la mujer» o «el ser de sexo femenino» sería, desde el punto de vista sexual, un ser igual de extraño e indiferente en la vida de «Adán» que todos los otros muchos seres del jardín. Habría habido una diferencia más grande entre «Adán» y «Eva» que la que hay entre hombres y animales. «Eva» habría sido un ser que formaba parte de una especie con la que habría sido totalmente imposible para «Adán» tener ningún clímax anímico íntimo, interior. Estos dos seres no habrían podido de ningún modo cumplir el mandamiento divino de convertirse en «una carne». ¿Cómo habría podido «Adán», que en su estado paradisíaco no era «de sexo masculino», obtener algún beneficio de un «ser de sexo femenino»? ¿Y qué objetivo iba a tener la creación de un «ser de sexo femenino», cuando no existían «seres de sexo masculino»? Estos seres, ¿no habrían sido, en tal caso, creados para un tormento constante, para un deseo que jamás podría cesar y para el que no había ninguna satisfacción en absoluto, para un hambre imposible de saciar? Y si «Adán» era un ser totalmente «de sexo masculino», si era un hombre, su estado en el paraíso tendría, así mismo, que haber sido una experiencia de un hambre o apetito permanente, para el que no habría existido ninguna saciedad, porque, evidentemente, en esa esfera anteriormente no había ninguna «mujer» o «ser de sexo femenino». En tal caso, el paraíso tendría que haber sido «el infierno» del universo, y la existencia física aquí, en la Tierra, su «reino de los cielos». Pero esto es, precisamente, lo contrario de los hechos y lo contrario a la propia decisión de Dios. ¿No les anunció justamente a «Adán» y «Eva» que la Tierra sería maldita y estaría llena de aflicción y dolor tanto para «Adán» como para «Eva»? Ella iba a dar a luz a sus hijos con dolor, y él sólo iba a poder comer o adjudicarse su alimento o pan con el sudor de su frente. Creer que en el paraíso «Adán» era un hombre o un «ser de sexo masculino» es una superstición que ha podido ganar terreno y seguidores a través de profetas masculinos que, de un modo demasiado dominante, han homenajeado a lo seres de su propio sexo como señores de la creación y para quienes «la mujer», en realidad, sólo había sido creada para tener que ser esclava. ¿Qué se opina de la mujer de un harén? ¿No es, en el sentido más puro de la palabra, esclava con respecto a su estado polar sexual o naturaleza femenina? ¿Qué libertad tiene aquí? «La mujer», ¿no ha sido a lo largo de milenios mantenida en la ignorancia y la esclavitud sexual y despreciada por el presunto «sexo fuerte» para el que, gracias a su superioridad o fuerza masculina, corporal para con respecto al estado físico, corporal de «la mujer», ha sido muy fácil ser quien dominaba? Y no creen que este dominio pueda ser el culpable de que «la creación de Eva» sólo se cuente como un acontecimiento que únicamente favorece al «hombre», o sea, una estupidez que es tan injustamente falsa y está tan lejos de la realidad como en resumidas cuentas puede estarlo. Creer que «Adán» en el paraíso era un «hombre» o un «ser de sexo masculino» es una superstición y un egocentrismo, bajo los que un ser mucho más posterior sucumbió, a saber «el ser de sexo masculino» en que «Adán» se había transformado, o el ser que hoy domina en la zona física como «el hombre». «Adán» y «el hombre» son igual de distintos que «Adán» y «la mujer». A partir de «la creación de Eva», «Adán» dejó en realidad de existir. El ser que hoy llamamos «hombre» es un producto de «la creación de Eva», del mismo modo que «la mujer» también es un producto de este proceso. Igual que «Eva» fue una continuación de la existencia de «Adán» en forma de un ser unipolar, «el hombre» también sólo se convirtió, exactamente de la misma manera, en una continuación de la existencia de «Adán» en forma de un ser unipolar. Pero mientras en «la mujer» fue el polo masculino el que se estancó y el femenino el que estaba libre, en «el hombre» sucedió lo contrario. Aquí fue el polo femenino el que se estancó y el masculino el que estaba libre. Y la especie de seres denominados con el concepto «Adán» en el paraíso ya no existía. De un ser sobrenatural o espiritual por encima del «sexo masculino» y del «sexo femenino», esta especie se había convertido en un ser terreno, físico, atado a una de estas dos formas de vida.


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