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(1591-1938) 
 
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Cómo da «el espíritu» lugar a que un organismo aparezca como «vivo», «durmiente» y «sin vida»  1700. Este «espíritu» es lo que hace que un organismo esté «vivo» o lo que lleva una combinación apropiada de materia a constituir un «ser vivo». Mientras este espíritu ocupa o llena totalmente el organismo físico, este organismo obedece a este «espíritu» y aparece como «vivo», dado que, por medio de él, «el espíritu» desencadena una permanente interacción sistemática entre él mismo y el mundo físico. Y de este organismo, y de la manifestación exteriorizada de pensamiento y voluntad a través de él, decimos que constituye un «ser vivo». Cuando este «espíritu» se retira del organismo, éste permanece quieto y va camino de su total descomposición. Y a un organismo así, abandonado por «el espíritu», lo denominamos un «cadáver». Por medio de este análisis comprendemos ahora que «la materia mineral» «carece de vida» porque «carece de espíritu». Ha sido abandonada por el yo y su mundo de pensamientos. Es decir, el verdadero ser vivo u origen del organismo que vive en él lo ha abandonado. Este origen espiritual tiene, de este modo, la facultad de retirarse del organismo físico y, por consiguiente, de su interacción con el mundo físico. Que tiene «conciencia» y no está «sin conciencia» es evidente, lo demuestra el hecho de que puede tener planes y objetivos que son la base de la creación y construcción del organismo físico y que, necesariamente, tienen que preceder a cada manifestación o creación física. ¿Cómo y a deseo y mandato de quién tendría si no que existir? Si el ser no tuviese conciencia en la zona espiritual, ¿cómo podría entonces crear un nuevo organismo físico y, en resumidas cuentas, regresar una y otra vez a la zona física? No es en un estado sin conciencia que el ser vivo crea o elabora planes y objetivos, sino con conciencia diurna despierta. Así pues, tal como se desprende de todos los otros análisis de «Livets Bog» con respecto a este lado del ser vivo, esta combinación aquí descrita del yo y su mundo de pensamientos es la única que puede dar lugar a la reencarnación y la creación física. Cuando el yo, con su espíritu, ocupa o domina la materia física con el objetivo de crear un organismo, esta materia se convierte primero en materia «vegetal» y luego en «animal». Cuando ya no sigue ocupando o dominando esta materia, dicha materia se convierte de nuevo en sustancia «sin vida», en «materia mineral». Por consiguiente, toda «la materia mineral» del universo «carece de espíritu» y, por lo tanto, «no tiene conciencia». Si el yo deja que su espíritu abandone el organismo físico sin interrumpir totalmente el contacto con este organismo, entonces sólo carece de conciencia en parte. A esta falta parcial de conciencia la llamamos «sueño». Durante el sueño la interacción o correspondencia del yo con el mundo físico a través de su organismo físico está reducida a un estado muy latente, pero cuando es necesario puede de nuevo dejar que esta interacción tenga de nuevo lugar de una manera total. Cuando esta interacción se pone de nuevo en funcionamiento decimos que el ser «se despierta». Este «sueño» no sólo se presenta de un modo normal como una necesidad natural, sino que también se puede provocar artificialmente con productos de tipo anestésico, con lesiones del organismo físico y por medio de hipnosis y autohipnosis. Pero lo que está en vigor para todas estas formas artificiales es que son anormales y pueden ser perjudiciales, por no decir muy peligrosas. En el peor de los casos pueden destruir totalmente el contacto del espíritu con el organismo físico que, debido a ello, se vuelve demasiado pronto inservible y se separa del yo que, con lo cual, aparece como «cadáver».


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